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Música

Un piano desconocido de gran talla

El Club Náutico de Palma alberga en sus instalaciones un Bösendorfer de 1843, una "auténtica joya patrimonial" - Abandonado en los años ochenta, fue restaurado por el maestro luthier mallorquín Pere Josep Garcias

Teclado del prestigioso piano decimonónico. guillem bosch

Año 1948. El Real Club Náutico de Palma abre sus puertas después de haber adquirido las antiguas instalaciones de un discreto club de vela. Entre la multitud de material náutico hay un piano. Un instrumento olvidado, lleno de polvo y cuyas cuerdas están oxidadas. El mar, el salitre, ha hecho acto de presencia y ha corroído su estructura. Incluso, los fieltros y las gomas están desgastados por el inevitable paso del tiempo.

Finales de los años ochenta. El maestro luthier mallorquín Pere Josep Garcias irrumpe en el club. Ha sido llamado para restaurar el mencionado instrumento. No es una pieza cualquiera. Se trata de un piano de cola Bösendorfer, fechado en 1843 y construido en Viena, Austria. "Una auténtica joya patrimonial", según el experto.

Año 2017. Una treintena de años han pasado desde entonces y ahora el restaurador cuenta en qué consistió la reparación. "Cuando di con el instrumento romántico, constaba que a finales de 1.800 ya se le habían hecho una serie de cambios", empieza diciendo Pere Josep Garcias, en el sentido de que al piano se le había cambiado el arpa y los mecanismos. El artesano recuerda cómo se encontró con un instrumento "arruinado" y con unos mecanismos de maderas "antiquísimas". Una restauración de esta envergadura requería un cuidado extremo. Consistía en extraer el mecanismo y el teclado y conservar todas las maderas. Además, había que cambiar fieltos, muelles, ejes y cabezas de martillos. Y Josep Garcias se encargó de ello.

El cordaje también requería cuidado. Al piano había que sacarle el marco de fundición de hierro (popularmente conocido como arpa), calcular la presión de las cuerdas en la tapa armónica, donde se genera el sonido y que está situado debajo del arpa. Además, el restaurador cuenta que la suma de la presión de todas las cuerdas de este piano alcanza las diez toneladas; de ahí que necesiten un fuerte marco de hierro, que en el caso del Bösendorfer fue reformado a finales del siglo XIX.

Asimismo, tanto las cuerdas, los bordones (que son las cuerdas graves), como las clavijas (allí donde se anclan, donde se coloca la cuerda para afinar el piano), fueron cambiados por el maestro luthier. Fue un proceso de meses de trabajo artesanal, de un cuidado manual hasta el último detalle. "Hay que tener en cuenta que este instrumento, al ser histórico, debe ser encolado a la antigua usanza. Las colas utilizadas son colágenos hechos a partir de un caldo con fémur de buey y carnaza de animales", añade sobre un líquido, una cola cuita, que "al baño maría es la mejor cola que puede haber" y que ya se utilizaba en el Renacimiento.

La afinación del piano tampoco podía pasar desapercibida. Josep Garcia se encargó -y lo sigue haciendo- de hacer los ajustes a las tensiones de las cuerdas del piano para alinear correctamente los intervalos entre sus tonos para así conseguir su objetivo.

La pasión por la música le viene de familia al restaurador. Y es que su padre ya era pianista, algo que empujó al artesano a escuchar música desde bien pequeño. "Siendo muy joven le dije a mi padre que quería aprender música", comenta el artífice de la reconstrucción, quien antes de convertirse en maestro luthier pianer cursó los estudios de piano y posteriormente se unió a varias agrupaciones de música, que tocaban desde jazz hasta música latina.

"Mi vida, desde que me levanto hasta que me acuesto es la música", añade, al tiempo que reconoce que formarse con un grupo de personas de avanzada edad le enseñó "todos los secretos de este oficio".

Garcias, quien reconoce distinguir con los ojos cerrados el sonido emanado de, por ejemplo, un piano Steinway de otro Yamaha, también vivió en Barcelona rodeado de personas dedicadas a lo mismo que él. Eran personas con más de cuarenta años de experiencia en este oficios. Por ello, aprovecha la ocasión para decir: "Quien se dedica a este tipo de trabajo artesanal no se retira nunca, lo hace la madre naturaleza".

En los setenta y ochenta también viajó a Alemania, Checolovaquia y Francia, donde se formó en varias fábricas en torno a un oficio en el que "el concepto autodidacta también juega un papel muy importante".

Algunos músicos, como el alemán Manfred Kullman, pianista titular de la Big Band de la Radiotelevisión de Fráncfort, hasta su jubilación en 1999, año en que se estableció en Mallorca, se declara un "enamorado" del Bösendorfer de 1843 y confiesa que siempre le había rondado la idea de grabar un disco con este instrumento.

De esta forma, Kullman grabó su último trabajo, Mar abierto, una fusión de jazz y música clásica, en la sala magna del Real Club Náutico de Palma, reconvertida en un improvisado estudio para la ocasión. Las sesiones tuvieron lugar en 2015 y en ellas Kullman estuvo acompañado por los prestigiosos instrumentistas Wojtek Sobolewski, contrabajista de la Orquestra Simfònica de les Illes Balears, y Josep Lluís Garcia, uno de los baterías más solventes del panorama jazzístico nacional. "Cada piano tiene algo único. La primera vez que toqué el Bösendorfer del RCNP me encantó su sonido, y eso que yo venía de utilizar instrumentos que estaban perfectos en Alemania", asegura el músico alemán, nacido en Turingia en 1938. Además de este concierto, el club náutico ha albergado muchos otros con esta joya de la música, uno de los más antiguos pianos de cola existentes.

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