Antes se hacían películas de los musicales, ahora se hacen musicales de las películas. Las aventuras de Priscilla, reina del desierto es un largometraje de Stephan Elliott, de 1994, que obtuvo bastante éxito en su momento. Su adaptación a los escenarios nos llega avalada por la taquilla, con una puesta en escena espectacular y, muy particularmente, con un vestuario (medio millar de prendas) fastuoso; no en vano, el Oscar de esta especialidad fue el que se llevó el original cinematográfico.
La base argumental: tres drag queens que se desplazan de Sidney a Alice Springs, para actuar allí, atravesando el desierto australiano en el autobús ´Priscilla´. El musical dura una hora más que la película, así que, evidentemente, lo demás es relleno, y se nota bastante. También los referentes antípodas pesan un poco. Buenos intérpretes, los tres protagonistas: Jaime Zatarain, Christian Escuredo y particularmente, en mi opinión, José Luis Mosquera; buen nivel del resto del reparto; y valiosos y enternecedores los aspectos humanos, en los que, en cierto modo, se reivindica la diferencia, y la dignidad de los diferentes, frente a la intolerancia de los cavernícolas. La banda sonora reúne unos cuantos clásicos, de resolución muy vistosa. Priscillaresulta reiterativo, con esquemas escénicos y situaciones que se repiten, pero también destila pinceladas de frescura, como las alusiones a lo local o lo contemporáneo.
De lo más determinante, los deseos de divertirse de un público multitudinario y la entrega y la simpatía del elenco. Con una apoteosis, también algo prolongada, rubricada con entusiasmo por los espectadores.
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Autores: S. Elliott y A. Scott.
Dirección: S. Phillips y A. Llácer. Intérpretes: José Luis Mosquera, Jaime Zatarain, Christian Escuredo, Juan Carlos Martín, Silvia Parejo, Teresa Ferrer, Aminata Sow. Escenografía: Brian Thomson. Vestuario: T. Chappel y L. Gardiner. Iluminación: Carlos Torrijos. Coreografía: R. Coleman y A. Hallsworth. Dirección musical: Manu Guix.
