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Entrevista

Valentí Puig: "Barcelona ha tendido al narcisismo en momentos frágiles"

"Si Cataluña se separa de España, podría mantener el Euro, pero no recibiría ayudas estructurales y de política agrícola"

El escritor y periodista Valtentí Puig.

-La Barcelona de El Bar de l'AVE

-Es una ciudad que en ocasiones se mira demasiado al ombligo y eso produce un exceso de autoestima. Históricamente, Barcelona ha tenido grandes momentos de vanguardia artística y crecimiento económico, aunque en momentos más frágiles ha tendido a una autocomplacencia narcisista.

-Narcisismo y momento. En su libro hay varios triunfadores de temporada.

-El narcisismo genera una situación imaginaria, en la que se puede tocar el cielo en cualquier momento. Aparecen figuras, como artistas o escritores, que sin mucha preparación y sin esfuerzo consiguen un éxito fulgurante, y que después se quedan colgados. Ocurre en todas parte, pero quizá en Barcelona sucede a un ritmo más intenso. La fama de los cinco minutos es ahora más frágil con la televisión y las redes sociales.

-¿Contar cómo es la realidad que le rodea pretende dar respuesta a una inquietud personal?

-Me gusta saber en qué mundo vivo y con qué sociedad me muevo. Son un observador de la realidad y eso es lo que he procurado transmitir en todos mis libros, sean novelas o ensayos. Ya lo decía José Ortega y Gasset: "Hay que estar a la altura de los tiemposHay que estar a la altura de los tiempos". Francamente, me gusta más hablar de la sociedad en la que vivo, que no sobre mundos irreales, como hace la novela postmoderna. Creo que las lecciones de las novelas del siglo XIX, de Dickens a Balzac, aún continúan vigentes. Creo en las novelas que tienen atmósfera, dialéctica humana.

-Hablando de altura de los tiempos: ¿los nacionalismos son reaccionarios o revolucionarios?

-Creo que en general son regresivos. Lo fundamental para mí, en el mundo, en la vida social y en la actividad individual, es la libertad. Los nacionalismos en ocasiones anteponen la identidad de la nación a la libertad de los individuos. Otra cosa con la que yo me he identificado es el sentido de pertenencia. En la novela queda claro que me siento identificado con el paisaje de Mallorca; es algo a lo que no renunciaría nunca, pero eso no implica que crea que Mallorca sea una nación.

-Seamos prácticos, ¿hasta qué punto beneficiaría tener una Cataluña desligada del Estado español?

-No creo que fuese positivo; más bien sería una aventura arriesgada. Aquí hay problema jurídico, económico, estructural y de afecto inmenso. Y es que en este último caso un porcentaje elevadísimo de los ciudadanos de Cataluña tienen vínculos familiares con el resto de España. Aparte de eso, en el fondo no existe una mayoría decidida al independentismo, según todas las encuestas. Hay procesos estructurales de gran complejidad. Así, antes se daba a entender que Cataluña al separarse de España continuaría formando parte de la Unión Europea. Sin embargo, legalmente esto es un absurdo ya que es España como conjunto la que forma parte de la comunidad europea. Cataluña sí podría mantener el euro, como ocurre en otros países comunitarios, pero se quedaría al margen de ayudas estructurales o de política agrícola.

-En el hipotético caso de que se confirmara lo anterior, ¿Cataluña podría reingresar en la Unión Europea?

-Sí, dando seguridad jurídica. Aunque antes tendría que convertirse en miembro de las Naciones Unidas. Entraría en un proceso complicadísimo: tendría que firmar, si no recuerdo mal, unos dos mil tratados internacionales y, por otro lado, cualquiera de los 28 países miembros de la Unión Europea podría vetar su ingreso.

-Eso lleva a pensar en las oportunidades originadas en un momento de postcrisis, en las que centra un apartado en el libro. ¿Son las mismas que antes de la crisis?

-Cambian muchísimo. Cambia el sistema laboral y, con ello, las nuevas tecnologías, por ejemplo. Queda, por desgracia, un porcentaje de mano de obra poco cualificada que difícilmente podrá integrarse en el nuevo sistema económico. No estoy seguro de que existan los ciclos en economía, esa es la gran discusión de los economistas. Ellos dan por hecho que si no hay una nueva crisis o un colapso, el país está recuperado. En mi novela, a través del personaje que trabaja como asesor financiero, se pretende demostrar cómo este proceso se lleva a cabo.

-¿Qué le llevó a escribir?

-Es algo difícil de saber. Mi padre era un hombre que leía mucho y que me empujaba a leer. Con la lectura, me vinieron las ganas de escribir ya llevo una treintena de libros.

-Uno de los personajes de su última novela dice: "Del siglo XX hemos heredado que la cosa más normal era pensar soluciones; después buscar el problema".

-Forma parte de la invención del personaje. Una de las cosas más atractivas de escribir novelas es que los personajes acaban yendo por su cuenta y haciendo lo que ellos quieren. Los personajes se mueven por impulsos y el escritor no acaba de saber el porqué. Se van ligando recuerdos con cosas vistas, con aspectos imaginarios. Como esta realidad social del nuevo rico, que lo ha conseguido gracias a un talento especial y que después quiere ligar su fortuna familiar, a través de sus hijos, a alguna familia de la aristocracia mallorquina arruinada.

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