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Crítica de teatro

Concha de Castilla

Resultaba demasiado obvio, y con poco tirón dramático, que Juana de Castilla, simplemente, estuviera loca (aparte de que se aprovecharan políticamente de ella, ciertamente, su padre y su marido), como lo estaba su abuela y como consecuencia, siquiera en parte, de sucesivos matrimonios entre parientes próximos (por ejemplo: sus padres). Schiller y Verdi transformaron en héroe romántico al pobre infante Carlos, y sobre la heredera de los Reyes Católicos han corrido ríos de tinta literaria, teatral y cinematográfica reivindicando su triste figura.

Por supuesto, una pieza teatral no es una tesis doctoral (sólo faltaba), y Ernesto Caballero puede permitirse cuantas licencias crea oportunas, anacronismos incluidos, en este texto, con pinceladas de valor literario, que esencialmente constituye, claro está, un vehículo al servicio de la egregia, de la majestuosa, de la irrepetible Concha Velasco. La dirección de Gerardo Vera a mí me parece primaria, integrando una sucesión de movimientos y tareas bastante arbitrarios para la actriz: ahora hacer el catre, ahora deshacerlo. Por otra parte, la puesta en escena, mediante los recursos lumínicos y audiovisuales, alcanza momentos de marcada intensidad, que subrayan convenientemente el monólogo. Como tantas veces, en mi opinión ganaría en potencia siendo la función más breve: hay algunas reiteraciones y se insiste en cuestiones probablemente ya conocidas por el gran público.

Quien sostiene Reina Juana, por supuesto, es la maravillosa Concha Velasco, de esa selecta estirpe de intérpretes capaces (como se dijo de Peter O'Toole) de deleitarnos hasta leyendo el listín telefónico, con esa dicción apabullante. Aplausos en pie para ella, y ella recordándonos sus entrañables vínculos con Mallorca.

*Reina Juana

Teatre Principal (Palma)

***

Autor: Ernesto Caballero. Dirección: Gerardo Vera. Intérprete: Concha Velasco. Escenografía: A. Andújar y G. Vera. Vestuario: Alejandro Andújar. Iluminación: Juanjo Llorens.

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