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Entrevista

Simón Andreu: "Nunca voy al cine a verme, para eso tengo el espejo"

"Tarantino me considera un actor de culto. Para ´Pulp Fiction´ se inspiró en una de mis escenas"

Simón Andreu, el actor mallorquín más internacional.

-¿Cómo se ha visto en Infiltrado, su última película?

-Yo nunca voy a verme, para eso tengo el espejo. La película me pareció bien, aunque un poco larga, lo que pasa es que es tan profunda...

-Profunda y real, basada en la figura de Robert Mazur, agente de las aduanas estadounidenses que acabó infiltrado en las redes del cartel de Medellín.

-Es una historia que en España en los últimos años ha estado muy de moda... con el lavado de dinero negro. España es uno de los países donde más dinero negro se lava.

-¿Cómo le llegó este proyecto?

-A través de mi representante, que es inglesa. A mí me conoce mucha gente de castings ingleses y estadounidenses, y la llaman a ella. Normalmente los proyectos me llegan así, porque yo no me muevo de casa, no voy a Hollywood ni a Londres, eso es para los jóvenes.

-¿Qué retos le planteó su personaje, el de Gonzalo Mora?

-Cuando uno ha viajado y ha visto mucho cine ya sabe cómo es un traficante, cómo era Marlowe y contra quién peleaba... lo ha leído en la literatura; con Montalbán sabes cómo es un gánster, te lo imaginas y con la imaginación creas el personaje. No hace falta estudiar para esto.

-Bryan Cranston, el protagonista de Infiltrado, y también de series como Breaking Bad, ha confesado que conocer a Simón Andreu y poder trabajar con él ha sido "un sorpresón".

-A mí me ha pasado lo mismo. Yo tampoco le conocía, hasta que me dijeron que tenía que trabajar con él y vi algunos capítulos de Breaking Bad. Normalmente solo veo la televisión en abierto, así que encontrarme con Cranston también fue un sorpresón para mí.

-¿Cómo trabaja un actor como Cranston?

-Cranston es un currante, se trabaja el papel y sabe perfectamente dónde tiene que ponerse. Con actores así el director lo único que hace es desplarzarlo un poco a la derecha o a la izquierda.

“La empresa de los Goya no me conoce. No saben que tengo 178 películas. Me di de baja de la Academia”

-Cranston le ha definido como un "actor de culto".

-Eso también lo dijo el director de Pulp Fiction. Tarantino confesó hace unos años en Sitges que para su famosa escena con tanta sangre se había inspirado en otra que rodé yo con Aranda, en La novia ensangrentada (1972), cuando mato a las dos chicas. Posiblemente sea un actor de culto pero tampoco me lo tomo muy en serio.

-¿Respondería a una llamada de Quentin Tarantino?

-Por supuesto. A mí me gustaría que me llamara cualquiera con un proyecto interesante. Tengo 76 años y ya no estoy para según qué papeles. Yo estoy contento de que me llamen de Estados Unidos para hacer una película, o de Inglaterra para un papelito en una de James Bond o que lo haga Miguel Bardem para ser el general Serrano en Prim.

-¿A quién rinde culto Simón Andreu?

-Al cine. Para mí uno de los grandes encuentros se produjo en 1970, cuando hice la película El hombre de Río Malo, con Lee Van Cleef y Gina Lollobrigida. Conocer al gran James Mason, a quien admiraba desde pequeñito, me llenó de satisfacción. Durante el rodaje, Mason me dijo: "Joder, usted es un actor muy bueno". Aquel reconocimiento me engordó durante 40 años.

-¿Qué le convierte a uno en un gran actor?

-En el cine lo que hace bueno a un actor es la naturalidad. El teatro es otra técnica, pero en el cine hay que hablar bajito cuando hay que hablar bajito pero desgraciadamente estos pequeños matices se pierden en el doblaje.

-¿Qué significa para usted trabajar en Hollywood?

-Trabajar en Hollywood, con los que has admirado toda la vida, es un subidón de adrenalina.

-¿Siguen sin invitarle a los Goya?

-No es que no me inviten a los Goya. Es que hace unos años mi hija quiso ir, y ni siquiera me cogieron el teléfono. En la Academia me contaron que la ceremonia de premios la organiza una empresa y claro, en esta empresa se ve que no me conocen. No deben saber que soy un actor que tiene 178 películas. Ahora mismo estoy dado de baja en la Academia.

-¿Está enfadado con la Academia?

-No, no, no me importa. Es un problema de ellos. Si quieren darme de alta otra vez solo tienen que llamarme.

-¿Conserva algo de todos esos personajes a los que ha dado vida en esas 178 películas?

-No. Los personajes quedan borrados, se quedan en el celuloide, no en mi cabeza. En la memoria hay que dejar espacio para que entren cosas nuevas.

-Ha trabajado en Estados Unidos y la acción de su última película se desarrolla bajo el mandato de Ronald Reagan. ¿Qué espera de Donald Trump?

-Nada bueno. Estoy muy contento y nada decepcionado porque le han apoyado solo los que yo sabía que le apoyarían. Y no le ha apoyado mi actor menos favorito, Charlton Heston, porque está muerto, sino lo hubiera hecho, seguro. Gracias a Dios se pueden contar con los dedos de la mano la gente de mi profesión que apoya a un personaje de esta calaña. Los que defienden llevar armas, como Clint Eastwood, son los que le apoyan.

-¿De qué puede presumir el cine español frente al de Hollywood?

-No hay que presumir de nada. Lo que tenemos que intentar es que la industria americana no nos atropelle. Hay que imitar a los franceses y conseguir que nuestro Ministerio de Cultura nos defienda, porque nuestros técnicos y artistas son lo suficientemente buenos para que incluso sin apoyos, salgan adelante. En España debería haber unas leyes que protejan el cine, como las hay que protejen el aceite, los zapatos o la industria hotelera.

-En 2016 la película más vista en España fue Un monstruo viene a verme. ¿Le gustó?

-Todavía no la he visto y no sé si la veré. Últimamente salgo muy poco. Seguramente acabe viéndola en mi pantalla casera. A mí me gusta quedarme en casa y ver películas antiguas. Ahora estoy repasando el cine negro francés.

-¿Qué le tiene preparado 2017?

-Nunca tengo proyectos, vivo al día. No tengo ningún rodaje programado. Este año quiero tomármelo un poco con calma y cuidarme. Prefiero que no me hagan ofertas.

-¿No estará pensando en dedicarse a la música?

-Pues igual sí. Me ha invitado Joan Company para cantar el Réquiem de Fauré en primavera con la Coral de la UIB. Llevo dos meses estudiándolo. Mi gran placer es oír al coro cuando canto. Necesito escuchar música a diario.

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