Agustín El Casta rinde cuentas con el año que se extingue cada Navidad. Es un ritual que utilice a sus archiconocidos personajes para lanzar pullas a la política, pero siempre intenta dar un paso más allá en su habitual especial navideño. En esta ocasión, y sin poder desvelar demasiado, se ha inventado a una nueva figura, el cardenal de Lloseta, para vehicular los chistes sobre la Iglesia. "Es posible que este año le toque al antiguo obispo", comenta sin entrar en detalles. El público también reconocerá a personalidades "que salen por la televisión" o a leyendas como El Padrino.

Sobre política, no faltarán las menciones a los "follones de ahora" en Podemos, con Xelo Huertas como protagonista, o del PSOE a nivel nacional. "Internacionalmente, Donald Trump no tiene precio. Cuando salió vencedor en las elecciones, nos tocó la lotería a todos los humoristas del mundo", comenta el actor, que subirá a las tablas del Auditòrium entre el 25 de diciembre y el 1 de enero.

A pesar de estas menciones a la actualidad, el humor de El Casta bebe de la cotidianidad. "La esencia de mi comicidad reside en el día a día de la gente, que es lo que más me interesa en realidad", sostiene. "Lo que pasa es que en Navidad toca hacer un poco de repaso", puntualiza.

Los números que desplegará en el montaje están enriquecidos con varios audiovisuales que ha estado preparando durante estos días junto al cineasta Marcos Cabotá y su equipo, y que serán proyectados en el Auditòrium. "Este año no serán cortos con su propio guión sino que se trata de pequeñas apariciones de personajes míos pronunciando su monólogo", desvela.

Los sketches más esperados, por nuevos, serán el del cardenal de Lloseta -pueblo al que El Casta se siente especialmente unido- y el de Lorenzo Llamas, quien interpretará una canción junto a Ses Bubotes. "También estrenaremos un pequeño corto de dibujos animados realizado por Pepmi Garau", anuncia. "El trabajo con Garau surgió a raíz de lo que vi en la exposición Cartoon Nostrum en la Fundación Barceló, que me encantó", desvela. "Para el especial de Navidad siempre busco colaboraciones de calidad porque sé que tengo que dar más y lo mejor", asegura. "Es un trabajo agotador porque se trata de hacer feliz a la gente pero me lo paso muy bien y me encanta lo que hago", confiesa el humorista, que en verano comienza a cocer en su cabeza los números navideños.

Mientras todo el mundo se relaja, descansa y disfruta en familia, Agustín trabaja y se la juega sobre el escenario (este año su especial no se emitirá en IB3). "Son siete días extenuantes, pero si Raphael es capaz de hacer casi tres horas de concierto sin ir al baño y con el hígado trasplantado, ya no se me hace largo nada", asegura. "Mi Navidad es con el público. En parte esta situación me ahorra digestiones largas, comilonas y muchos rollos", explica.

A sus shows, acude cada vez un mayor número de gente joven. "No hay nada mejor que un grupo de jóvenes riéndose a mandíbula batiente contigo. Son espíritus frescos y libres, sin cargas, y eso se nota cuando reciben el humor", apunta.

El Casta se define como un hombre de teatro. "El sábado pasado la sala del Café Cala Gamba crujía", atestigua. "No me interesa abrirme un canal de YouTube. A la gente hay que sacarla a la calle. La gente ha de ligar en los bares y no por aplicaciones de geolocalización", considera. "Mis fuentes están en la calle porque los mejores humoristas están en la calle. Yo apenas veo a los monologuistas profesionales, no me hacen tanta gracia como la gente normal", continúa. "Carlos Latre dice que soy un tipo que cuenta historias y que Lorenzo Llamas es uno de los personajes humorísticos más universales", agrega.

El actor afirma sentirse "orgulloso" de hacer visible el sentido del humor de aquí. "Reivindico la manera de ser mallorquina, reivindico ese humor", sostiene. "El mallorquín ni es serio ni soso. Tenemos mucho sentido del humor. Todos los pueblos tenían un grupo de teatro amateur para hacer comedia", argumenta.