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Entrevista

Ismael Serrano: "Soy de una generación que rehúye de los dogmas políticos"

"La gente tiene ahora una opinión formada y está más pendiente que nunca del debate político"

El cantautor Ismael Serrano (Madrid, 1974). efe

-¿Cómo ha ido mutando la gira de La llamada que finaliza en Palma?

-El cierre de esta gira tiene algo de reencuentro con la raíz, con mis orígenes con la guitarra. Hemos estado haciendo la gira con una gran producción, con toda la banda y con una puesta en escena muy potente. Ahora estamos con un formato más íntimo. También estoy retomando el diálogo que se produce cuando se trata de revisitar los temas, hacer versiones de mis propias canciones y repasar toda mi discografía. Además, estamos celebrando los 20 años de la salida de mi primer trabajo, Atrapados en azul.

-¿Las canciones, cuanto más crudas, en su caso voz y guitarra, calan mejor en la gente?

-Calan de otra forma. Se establece como un diálogo y una comunión diferente con el público porque es un ejercicio de honestidad que lo que busca precisamente es un diálogo más fluido. Permiten un grado mayor de libertad en los tiempos, el repertorio, en cómo dirigir el concierto.

-Su último álbum es una llamada a la responsabilidad de la ciudadanía, “que en estos momentos está recuperando su capacidad de influir en la realidad”, sostenía hace un año. ¿Le daría ahora mismo, a tenor de los nuevos avatares políticos y el último resultado electoral, una nueva lectura a esa llamada?

-La respuesta de la ciudadanía es un proceso lento. Pero el paradigma ya ha cambiado. Ya hay nuevos actores políticos. Y la sociedad civil creo que está más alerta que nunca. Sobre todo, la nueva generación. La gente más joven participa en el debate como nunca. Ahora se habla de política en entornos en los que antes se evitaba: en las sobremesas familiares, en las barras de los bares... Hay una opinión formada, hay una exigencia clara y se está más pendiente que nunca de ese debate. Eso ha cambiado y forma parte de un proceso de transformación largo y ambicioso.

-¿Está decepcionado con los resultados electorales?

-Habrá que ver qué recorrido tiene este gobierno. No hay que olvidar que la situación de este gobierno es precaria. Y creo que lo que sí se ha visto es que todos los cambios y procesos han venido para quedarse. No es algo puntual. Se han repetido varias veces las elecciones y allí siguen las mismas formaciones y la gente continúa dispuesta a participar. Las redes sociales siguen en efervescencia en ese sentido. A nivel municipal, hay cambios muy claros que se están constatando y están dando sus frutos. Uno siempre es muy ambicioso a la hora de proponer el cambio, pero las grandes transformaciones son las más lentas.

-¿Cómo ha extrapolado estas canciones con ritmos tan populares y fuertes al universo de la guitarra?

-Con la guitarra no tienen la contundencia rítmica, pero sí los mismos patrones y métricas. De todos modos, me las ingenio para darles la vuelta e imprimirles esa fuerza de alguna manera. El hecho de estar yo solo encima del escenario con una guitarra es una forma de medirme a mí mismo. Éste es un formato al que tenía ganas de volver después de tantos años sin ponerlo en práctica.

-El tono del último disco es celebratorio y su espíritu comunitario. ¿El verdadero poder de la música es celebrar y servir de comunión?

-Sí. La música es sobre todo un espacio de encuentro. Te ayuda a saberte acompañado, a confiar en ti mismo. En este sentido, te hace recuperar la capacidad que todos tenemos de influir en los demás.

-En La llamada hay un lema que también usa Podemos: “Que el miedo cambie de bando”. ¿Está pasando la formación morada por un mal momento?

-Podemos es una formación muy nueva y está pasando por procesos internos y de debate ideológico por los que ya han pasado partidos que llevan más tiempo. Es un proceso natural porque es gente que se acaba de encontrar y que de repente se ha visto inmersa en la maquinaria parlamentaria. Creo que el debate interno de Podemos es saludable e ineludible. Somos una generación que, si en algo nos diferenciamos de nuestros padres, es que rehuimos de los dogmas políticos. Lo que me molesta es que esos debates internos y búsquedas ideológicas se utilicen para presentar una idea de partido dividido.

-¿Es más de Pablo Iglesias o de Errejón?

-Los dos son necesarios. No les veo las contradicciones en las propuestas. Otra cosa es la estrategia de comunicación de las mismas.

-En su disco se refiere a cambios sociales importantes, pero Trump ha ganado las elecciones de EE UU.

-A lo de Trump yo le veo otra lectura. Trump representa la ultraderecha y Clinton el establishment. Si tú copias la agenda de la ultraderecha, la gente va a preferir votar al original que al sucedáneo. Lo interesante habría sido la batalla entre Bernie Sanders y Trump. Sanders es una persona con ideas cercanas al socialismo. También pienso que el auge de Trump es culpa de todos aquellos políticos que han cultivado el desencanto en EE UU.

-La música con trasfondo social sigue sonando poco. ¿A qué se debe?

-Tiene que ver con las hegemonías culturales y con los medios. Los medios convencionales siguen sirviendo de amplificador de un tipo de cultura determinada. Ahora se lleva el escapismo y la evasión en la música. Y hay muchos artistas de usar y tirar que no basan su carrera en un discurso o relato que va siendo creado canción a canción. Es algo que está relacionado con la industria musical también. Creo que siempre ha habido muchos prejuicios en torno a la figura del cantautor, que en realidad han sido grandes renovadores de la canción popular. Si dices que te gustan Joni Mitchell o Bob Dylan molas más que si dices que te encantan Aute o Serrat, pues te ven como un anacronismo. Eso es de una anglofilia y un provincianismo enormes.

-¿Qué es lo que más le enerva de la izquierda?

-Que en sus filas haya mucha gente que anteponga las ambiciones electorales al debate ideológico y a las necesidades sociales.

-¿Se metería a político de manera puntual y temporal?

-No me metería a político porque debe ser muy pesado estar midiendo tus palabras todo el tiempo y tener que plegarte a ciertas concesiones. No tendría ganas ni carácter. Con la política, lo que pasa ahora es que mucha gente se mueve por intereses personales y no por una vocación de servicio público. En mi caso, creo que como simpatizante y desde la posición de civil también se pueden hacer muchas cosas.

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