-¿Qué une en esencia a Schubert, Liszt y Beethoven?
-Creo que es muy relevante la presencia de Beethoven en este disco. Sin lugar a dudas es la pieza clave y el nexo de unión entre los otros dos compositores. Los tres fueron coetáneos, históricamente hablando, y sus caminos se entrecruzaron en algunas ocasiones. Mi deseo era poder citarles a los tres para un encuentro amistoso y creo que lo he logrado.
-¿Por qué un título como Conversations?
-La clave del título reside en las notas al disco, que he escrito yo mismo. Viene a ser una conversación imaginaria que mantengo con los tres compositores, en la que combino fantasía y datos históricos objetivos para plasmar mis reflexiones acerca del repertorio contenido en el álbum: las Bagatelles op 126 de Beethoven, la Sonata núm. 4 en La menor de Schubert y la Hungarian Rhapsody y Wagner-Tannhauser: Pilgrims' Chorus de Liszt.
-¿Qué criterios de selección siguió a la hora de escoger las piezas?
-Procuro que mis proyectos discográficos sean un producto largamente madurado. Cuando siento que estoy preparado para dejar grabada una obra, me meto en el estudio a trabajar. Es lo que sentía con todas las obras de este disco y pensé que ya era hora de juntarlas en un cedé.
-¿Dónde reside la dificultad de estas obras?
-Dejando a un lado las dificultades técnicas, lo más complejo es afrontar el lenguaje de cada compositor. Beethoven, Schubert y Liszt eran genios excepcionales, pero se expresaban de maneras muy distintas. Son dificultades que percibo sobre todo cuando tengo que tocar estas obras en directo, ya que todo ocurre en muy poco tiempo.
-¿Qué admira de Beethoven, su compositor de cabecera?
-Podría hablar durante horas sobre esta cuestión, pero me quedaré con su genial capacidad para transformar motivos aparentemente triviales en maravillosos temas para obras de gran envergadura.
-¿Ha descubierto algo con este disco que desconociera de Beethoven?
-En relación a la obra que aparece en el disco, las Bagatelas Op. 126, he descubierto que es coetánea a la Novena Sinfonía del compositor y que ambas obras se complementan de una forma casi esotérica.
-¿Qué le ha llevado a estar tres años embarcado en este proyecto?
-Tenía clara la estructura de este proyecto desde el principio. La razón fundamental por la que se dilató tanto en el tiempo fue que coincidió con el comienzo de las actividades de la Sociedad de Conciertos de Palma de Mallorca, que creé en 2013 y que ha celebrado ya 45 conciertos.
-¿Qué balance hace del Festival de Otoño, ya en su tercera edición?
-Es muy positivo. Cada vez tenemos un público más fiel y más numeroso. Nos sentimos, además, respaldados por entidades como Obra Social de Sa Nostra, el IEB o el Consell de Mallorca. La imagen del festival fuera de la isla está cogiendo prestigio y artistas de mucha relevancia aceptan con gusto actuar en él.
-¿Qué otros proyectos discográficos tiene en el cajón que pueda adelantar?
-El próximo estará dedicado a la música rusa; Rachmáninov, Medtner y Prokofiev serán los protagonistas.
