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Crítica de teatro

El juego del trono

Pocos se han atrevido en nuestro ámbito con Shakespeare y, por añadidura, con acierto. Iguana Teatre, cumplidos sus tres decenios, y en el cuarto centenario del genio británico, ha acometido una de sus piezas más extraordinarias (que ya es decir), y lo ha hecho con la marca de la casa: rigor y calidad y, también, búsqueda de lecturas diferentes y asunción del reto (mayúsculo) de un Ricardo III reducido a tres únicos intérpretes (muy buenos) y salpicado de recursos alternativos.

Pere Fullana y su equipo enuncian el contexto de la pieza en su época: hacer de Ricardo de Gloucester un monstruo, para así glorificar a su rival, Enrique Tudor, abuelo de Isabel I, la protectora de Shakespeare. La puesta en escena se centra en la sustancia de la obra: las turbias maniobras del protagonista para hacerse con el trono, explicadas por él mismo, y preserva las prodigiosas escenas concebidas por el autor. Como las sucesivas secuencias se desarrollan en lenguajes diversos, hay en este Ricard 3 una cierta irregularidad. Pero qué excelente el crescendo del relato, hasta culminar con ese monólogo casi final, a cargo de un Carles Molinet desbordante, apabullante, que encarna la soledad del canalla con una convicción y una solidez fuera de serie.

Un acierto en toda regla la propuesta escénica, con ese armario entre simbólico y multiusos, así como el resto de los elementos visuales y sonoros: iluminación, vestuario y hasta las canciones anacrónicas (porque Ricardo y su historia pertenecen a todas las épocas). Enorme Carles Molinet y estupendos, una vez más, Lucia Sánchez y Josep Orfila.

Ricard 3

Teatre del mar (Palma)

***½

Autor: William Shakespeare. Dramaturgia y dirección: Pere Fullana. Intérpretes: Carles Molinet, Josep Orfila y Lucia Sánchez. Escenografía: Jordi Banal. Vestuario: Antònia Fuster. Iluminación: Toni Gómez.

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