1988 y 2009, los años en que Leonard Cohen desplegó su particular manual de la derrota en Palma. El judío errante, "elegante y caballeroso" -así le recuerda el técnico del Auditòrium Mateu Picornell-, aterrizó en Son Sant Joan el 21 de mayo de hace 28 años, ocho horas antes de actuar en el teatro de la familia Ferragut. Llegó cansado -aseguran las crónicas de la época-, pero se mostró amable y comunicativo con la prensa. Contestó a las preguntas, se dejó fotografiar y firmó autógrafos en el aeropuerto. También tuvo tiempo para reír y bromear con su equipo, siempre con un cigarro colgando de los dedos de la mano izquierda. Fue en ese momento cuando desveló que no era la primera vez que visitaba la isla balear, aún no sabemos si buscando el antiguo ideal de armonía, simetría y simplicidad que encontró en Hidra, donde se estableció en 1954 junto a Marianne Ihlen, de quien se despidió hace cuatro meses por carta después de saber que estaba enferma de leucemia. "Marianne, te seguiré muy pronto", escribió un Cohen que ya sentía el aliento de la muerte en la nuca. El artista y poeta ante todo y sobre todo se alojó en Son Vida, donde disfrutó de la piscina y del exquisito cognac Lepanto.

Al caer la noche, apareció de riguroso negro en el concierto, organizado bajo los auspicios del Ayuntamiento de Ramon Aguiló y con una concejalía de Cultura en estado de gracia, que fue calificado de "histórico" por la crítica. Ante 1.500 personas, el cantante en tránsito hacia el budismo se disculpaba por no saber castellano mientras alternaba su repertorio más conocido con los nuevos temas de su último disco en aquel momento, I´m your man. El final de la actuación fue apoteósico. Remató con unos versos a capella, bíblicos, recitados con una escalofriante voz desnuda y cavernosa.

21 años después, regresó Cohen a Mallorca, esta vez con una delgada fragilidad llevada al límite. Toni Rubio organizó su concierto en un Palma Arena que jamás sonaría tan bien. Interpretó 25 canciones en más de tres horas junto a nueve músicos de altura, uno de ellos -Javier Mas-, guitarrista de Maria del Mar Bonet. Susurró su repertorio -ora triste, ora social, ora desasosegante- salpicándolo de matices de ironía cáustica con los que aligeraba su pesimismo. Se quitó el sombrero una y otra vez agradeciendo al público su escucha y atención. Gesto que repitió y dedicó al promotor mallorquín al finalizar la actuación: "Señor Rubio, muchas gracias por traerme". Y es que el poeta músico eterno "siempre quería venir a Mallorca, era un incondicional de la isla", comenta el promotor, que confiesa que conocer a Cohen "ha sido de lo más bonito que me ha pasado en mi carrera".

Disco homenaje desde Mallorca

La cantante mallorquina Adela Peraita, que se refiere a este adiós del poeta canadiense como "una muerte anunciada" (su último disco era premonitorio), anuncia la publicación para el próximo marzo del libro-disco homenaje a Songs of Love and Hate, grabado con Sterlin hace unos cuantos años pero pendiente de salir a la luz. Una reinterpretación de las canciones de Cohen con el que giró en 2013 y 2014. "Llevamos dos meses ensayando y dando vueltas a los temas", relata a DIARIO de MALLORCA.