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Crítica de cine

El baile de la serpentina

Esta es una de las películas a las que se puede aplicar el viejo sarcasmo (no aplicable sólo a periodistas) de que no dejes que los hechos reales te arruinen una buena historia. La bailarina Löie Fuller (1862-1928) destacó por ser la primera en potenciar la iluminación creativa y vestuario con amplios velos para romper las ataduras de la danza más ortodoxa, creando el efecto de serpentinas multicolores. Tuvo gran éxito en el Folies Bergere y socializó con artistas y científicos como Toulusse-Lautrec, Rodin o el matrimonio Curie.

La película de Di Giusto, por eso de darle vidilla dramática, nos presenta sin embargo a su protagonista (Soko) como lo inteligente, pionera que fue y, en su lado oscuro, muy introvertida, atormentada y confusa en su sexualidad. Se inventa una relación casi platónica con un noble igual de atormentado (Orsay/Ulliel) y afila el descubrimiento y posterior alejamiento con otra bailarina de renombre, Isadora Duncan. Aunque es cierto que sin esas licencias ficticias la película apenas tendría tensión, son demasiado evidentes, bastante melodramáticas. En la parte más artística la película sí se acerca al espíritu, al talento de Fuller. Una fotografía muy cuidada, con mucha luz natural, velas o candelabros, logra el tono, el ambiente que requiere la historia. Las recreaciones de las actuaciones de Fuller, sobre todo la primera en el Folies, logran emocionar. La música es muy convencional, Vivaldi y Beethoven. Los actores y actrices dan el tipo, sin destacar ninguno sobre los demás. Atractivo, sensible filme que nos transporta al ambiente bohemio de inicios siglo XX de la mano de una polifacética artista.

La bailarina

Francia, 108 min.

***½

Director: Stephanie di Giusto

Actores: Soko, Gaspard Ulliel, François Damiens, Lily Rose-Depp

Cines: Augusta

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