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Entrevista

Pablo Mielgo: "La Segunda Escuela de Viena es la última que forjó un lenguaje musical"

"El lenguaje tonal tuvo su fin en los años treinta, aunque sigue triunfando al ser un fenómeno de masas"

El director artístico de la Simfònica, Pablo Mielgo. GUILLEM BOSCH

-La temporada 'Simfònica' comienza hoy con una obra emblemática, la Tercera de Mahler. Si nos remontamos al pasado, ¿considera que la respuesta del público mallorquín a las obras de culto ha sido la adecuada?

-Siempre ha habido una respuesta muy heterogénea según el tipo de repertorio, aunque siempre hemos tenido un público bastante fiel. Ha mostrado tener curiosidad por los nuevos repertorios.

-¿Cuál es la relación entre la Simfònica y el Teatre Principal?

-Buena. El Principal es una de las casas de la Orquesta. Más allá de las habladurías que puedan trascender, la relación es buena.

-Aunque el Principal haya reducido su programa de óperas, pese al éxito de temporadas anteriores...

-Nosotros no participamos en eso. La Simfònica se pone al servicio del teatro, pero ni entra ni sale en su planificación, ni en su diseño.

-La plantilla de la Simfònica no está completa. Habiendo una Acadèmia Simfònica, ¿se plantean llevar a cabo audiciones?

-Es una orquesta que, durante los últimos años, a través de las jubilaciones y a través de un régimen legal de empleo público que ha sido muy restrictivo, ha ido reduciendo plantilla y, obviamente, esto conlleva un plan que estamos ejecutando poco a poco para retomar una plantilla sinfónica, más allá de los sustitutos.

-¿Se aprovecha bien la Simfònica de cara a la lírica?

-Esta temporada se llevarán a cabo seis títulos de ópera. No creo que haya muchas más orquestas que hagan más en España, salvo los grandes teatros. Yo diría que los títulos son bastantes y heterogéneos.

-Gracias al patrocinio del banco suizo Mirabaud, la Orquesta ha podido traer a figuras de renombre. ¿Cómo son las relaciones con el banco?

-Las relaciones están bien. El trabajo de esponsorización no hay que basarlo únicamente en el banco. Hemos tenido también el patrocinio de Telefónica, para tener dos conciertos en el Teatro Real; hemos contado con Air Europa en una ayuda fundamental y con la colaboración de los Amigos de la Ópera, entre otros. Lo que ha permitido este trabajo, y en especial el banco Mirabaud, es haber hecho salidas interesantes, que hasta el año 2019 continuarán.

-¿Qué nos puede avanzar de la temporada?

-Los conciertos están diseñados como quince joyas. Hablar de un concierto en concreto sería injusto, porque he tratado de buscar que todo el mundo se sienta identificado. Lo que sí destacaría es una temporada muy compensada. Este año interpretamos el Réquiem de Verdi, del que yo me atrevo a decir que es casi su mejor ópera. Entre otras, tendremos obras de Shostakóvich y Bartók y también mucha presencia de compositores contemporáneos, no solamente de las islas, sino de fuera de ellas.

-¿Quiénes son sus referentes dentro de la dirección de orquesta?

-Entre los que han sido mis maestros a nivel nacional, están: José Luis López Cobos, Rafael Frühbeck de Burgos y Víctor Pablo Pérez, quien de hecho viene con nosotros a dirigir y que ha hecho tanto por el sinfonismo. A nivel internacional, mi admiración a Sir Colin Davis - con quien trabajé - Daniel Barenboim, Claudio Abbado y Lorin Maazel. Actualmente, también Mariss Jansons o Riccardo Chailly; aunque uno va buscando referentes en función del repertorio.

-¿Considera que el minimalismo de Philip Glass tiene un efecto tan importante como el que tuvo la Segunda Escuela de Viena?

-La diversificación geográfica que existe en este momento es muy diferente a la de entonces. La Segunda Escuela es probablemente la última que forjó un lenguaje a través de la herramientas de la música, es decir de las doce notas del dodecafónico. El minimalismo no es el uso de las herramientas en la creación de un nuevo lenguaje, sino es un nuevo lenguaje a través de la tímbrica y la escritura menor.

-Por fin han llegado los abonos de proximidad y los conciertos para familia...

-No soy muy de cumplidos y no me interesa pensar en el pasado; solo en lo que falta por hacer. Son iniciativas habituales en muchos sitios.

-¿El lenguaje tonal ha llegado al límite?

-El lenguaje tonal tuvo su fin, desde el punto de vista de la composición, a mediados de los años treinta o cuarenta. Eso no quiere decir que el lenguaje tonal no siga triunfando porque sigue siendo el fenómeno de las masas. Por tanto, si escuchamos lo que es el rock o el pop (basado en el lenguaje tonal), no es que haya tenido una decadencia, sino que probablemente viva ahora su máximo esplendor.

-¿Qué le parece que algunos cines hayan optado por retransmitir en sus pantallas espectáculos de ópera?

-Me parece bien si la calidad es la adecuada. Ha abierto la ópera a mucha gente. La apuesta va a seguir marcando tendencia durante muchos años. Estamos obligados a jugar con el audiovisual.

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