Relata Rubén Pellejero (Badalona, 1952) que la idea de recuperar Corto Maltés fue de la editorial originaria y los propios herederos de Hugo Pratt. "Esperaron unos años de duelo [ya han pasado 20 de la muerte del italiano] para retomar el cómic", apunta el dibujante. "Fue el propio Pratt que en declaraciones dejó abierta la puerta a que otros autores retomaran sus historietas", desvela. Tras un tiempo de búsqueda de candidatos, se cruzó en el camino del sello Rizzoli Lizard Blacksad de Juan Díaz Canales. Editaron encantados el álbum y poco después le ofrecieron al guionista retomar la saga de Pratt. "Fue entonces cuando Juan me lo propuso a mí. Conocía mi trabajo con Dieter Lumpen y pensó que yo podría hacerlo", comenta Pellejero, que ayer impartió una masterclass en Ses Voltes.
-¿Qué líneas rojas marcaron en su trabajo de recuperación de Corto Maltés?
-No queríamos ser copistas de la obra de Hugo Pratt. Por otra parte, tampoco era posible hacerlo porque lo que hacía es expresionismo puro, iba evolucionando. No tenía unos patrones gráficos fijos como pueda suceder con otros personajes; Tintín, por ejemplo. Lo que sí teníamos claro es que debíamos conseguir el mismo espíritu maltesiano de Pratt.
-¿Qué reglas siguieron para conseguir ese espíritu?
-La primera: sentirnos libres trabajando, tal y como hizo Pratt. Por otra parte, a Corto no lo puedes dibujar sin seguir unas características muy determinadas. Por ejemplo, has de respetar su actitud corporal o una mirada muy determinada que lo hace muy atractivo. En cuanto a la historia, son muy característicos los silencios visuales y las sugerencias. En este aspecto, Pratt ha sido un maestro para mí.
-De hecho, su personaje Dieter Lumpen es también aventurero y seductor. ¿Qué comparte con Corto?
-Sí, Dieter es claramente una suerte de homenaje a Corto y de su manera de acercarse a la aventura. Pratt practicó una aventura que invita a la reflexión, a la lectura y a la contemplación.
-Corto nació en los años sesenta, la era de las grandes aventuras -también ideológicas-, y nuestra era es quizá la de las grandes decepciones. ¿Cómo cambia entonces la lectura de este cómic?
-En su momento, Corto Maltés fue una lectura muy rompedora que innovó mucho. Lo que vuelve a faltar ahora en las historias de aventuras o de acción es la reflexión. Se ha perdido el concepto de aventura desde el punto de vista romántico y reflexivo. Ha desaparecido el componente de silencio y de ir narrando poco a poco.
-¿Qué podría simbolizar la figura de un marino libertario como Corto Maltés a día de hoy?
-Corto Maltés simboliza una actitud frente a la vida que creo que es necesaria hoy día, sobre todo en un mundo totalmente globalizado. Corto es un ácrata, una persona con una alta aceptación de los demás y para quien las fronteras no existen. Un personaje que actúa sobre todo a partir de valores humanos como la amistad.
-¿Tiene algo de superhéroe?
-No se le puede definir como superhéroe, no tiene superpoderes, pero a nivel humano y de mentalidad sí lo es porque va superando ciertas pruebas como persona.
-Además de la recuperación de este legado de Pratt, ¿qué otros proyectos tiene?
-Cuando salió lo de Corto, tenía dos cómics que se quedaron en stand by. El mes pasado pude publicar uno de ellos en Francia, The long and winding road, una especie de road movie. Estoy viendo ahora si se puede publicar en España el año que viene.
-Siempre trabaja con guionistas. ¿No le atrae poder controlar todo el proceso de creación?
-Al principio, mi idea era hacerlo todo. Estaba en la revista Cimoc y hacía la serie Historias de Barcelona. Pero me pedían más rapidez y fue entonces cuando conocí al guionista Jorge Zentner e iniciamos una fértil colaboración. La verdad es que me motiva trabajar con guionistas porque me renuevan mentalmente, me aportan ideas nuevas que a mí no se me habrían ocurrido.
