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Crítica de cine

Una pasión tranquila

El título de esta reseña es la traducción del título original de la película. Tranquilidad es el adjetivo que define al cineasta Terence Davies. Lo vimos el año pasado con Sunset song o en obras pretéritas como Voces distantes o El largo día acaba (autobiográficas, con una levísima inspiración en la Trilogía de Apu del indio Satyajit Ray). Tranquilidad que exige bastante paciencia.

La pasionaria de este filme es la poetisa norteamericana Emily Dickinson (1830-1886). Es un biopic puro. Un par de escenas muestran su breve estancia en una residencia femenina y cómo desde entonces se fraguó su ateísmo, tolerado por sus padres excepto cuando provocaba algún aprieto social. Del colegio femenino pasó a vivir en la residencia familiar (su padre fue un exitoso abogado y político liberal de Nueva Inglaterra). En esa casa, de la que apenas salió, desarrolló su pasión por la poesía. El filme muestra bien su creciente misoginia, su férrea introversión, sus amagos de romances (aquí hay discrepancias de opiniones entre sus biógrafos) en contraste con la dulzura de su poesía. También el machismo y fanatismo religioso de la época y sus reticencias, por presión de ese machismo que tanto le afectaba, a que se publicara su obra. Cierra con su desgarradora convalecencia final. Todo ello con excelentes interpretaciones (Nixon, Ehle, Duff o Carradine -sí, el de Los duelistas o Choose me-), una cuidadísima fotografía, premioso ritmo, limitadísima acción, planos muy estáticos..., que son el peaje a pagar por acercarse a las contradicciones y el talento de una de las mejores poetisas de final del XIX.

Historia de una pasión

Estados Unidos, 124 min.

***½

Director: Terence Davies

Actores: Cynthia Nixon, Jennifer Ehle, Duncan Duff, Keith Carradine

Cines: Augusta

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