Pues esa es la cuestión: ¿Dónde estaba Bach? Porque de estar no estuvo ni se le esperaba.
Nos referimos al espectáculo BACHx2, que abrió la presente temporada de conciertos en el Caixafòrum de Palma, con una solista de violoncelo, Amparo Lacruz y una bailarina, Isabel López Pérez. Las dos artistas y a través de un programa basado en las suites 1, 2 y 6, pretendía enlazar la música del genio alemán con el movimiento.
Pero nada de eso ocurrió, realmente. Ni la música sonó a Bach ni el cuerpo humano aportó valor alguno.
La violoncelista hizo una lectura plana, muy plana, de esas joyas para instrumento de cuerdas que son las Suites. Nada de sentimiento. El Barroco brilló por su ausencia. De hecho, tal como comentamos algunos de los presentes, sería interesante escucharla de nuevo con un repertorio romántico. Todos merecemos una segunda oportunidad.
La bailarina en nada mejoró el espectáculo. Bach pide mucho más que unos movimientos robotizados, mímicos o en alocado ir y venir sobre el escenario. O eres Cesc Gelabert o George Ballanchine o mejor lo dejamos para otra ocasión. Johann Sebastian, su música, es pureza. Añadir por añadir no funciona.
