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Entrevista

Tricicle: "Nuestro verdadero público es aquel que se convierte en niño y juega con nosotros"

"No tenemos la sensación de despedida. Un humorista siempre tiene la sensación de estar empezando"

Los tres miembros fundadores de Tricicle, Joan Gracia, Carles Sans y Paco Mir. efe

-¿Cómo se pueden sintetizar casi 40 años de carrera en un solo espectáculo?

-Es imposible. Lo hemos intentado recurriendo a un truquito: poner a disposición del público 40 sketches, colgados en nuestra web, y que sea la gente la que elija lo que quiere ver en su ciudad. Al final hacemos un gran fin de fiesta de unos veinte minutos en el que se recogen gags muy cortos.

-¿Con sus elecciones, el público les sorprende o es previsible?

-Es previsible. La gente elige lo más conocido, los iconos teatrales. En España nos reímos de lo mismo, más o menos: ahora venimos de Palencia, donde no son tan risueños como en la franja mediterránea.

-¿Qué sentimientos florecen en una gira de despedida?

-No tenemos la sensación de despedida. Cuando cumplimos los 20 años hicimos una gira de aniversario y ya entonces parecía que nos daban el finiquito. Un humorista siempre tiene la sensación de estar empezando. No puede bajar nunca la guardia. No hay que darlo todo por hecho y dormirse en los laureles. Por eso no tenemos la sensación de que esto se vaya a acabar.

-¿Qué lección les ha dado el humor?

-El humor te aparta de la realidad. Cuando un humorista se aparta de sí mismo y se ríe de sí mismo está viéndose tal como es y aprende a saber lo que no tiene importancia, como los poderosos, que parece que tienen mucha importancia y no es así. El humor lo relativiza todo.

-¿145 minutos en escena supone un ejercicio físico exigente?

-Un ejercicio físico tremendo. Pero si algo hemos aprendido de teatro en todos estos años es que ahora hacemos más cosas en el mismo tiempo. Somos capaces de colocar más gags. Si fuéramos humoristas de texto hablaríamos más rápido. Lo que pasa es que cuando alguien se ríe con un texto el humorista tiene que parar para que la gente se ría porque sino no entendería lo siguiente. Nosotros sí que podemos seguir haciendo gags sobre la risa del público. Cada vez nos exigimos más y vamos más rápidos en el escenario. Ahora hacemos cosas antiguas y con el ritmo que metemos parecen chistes, lo hacemos sin ningún tipo de esfuerzo.

“Una idea que dura más de tres días puede permanecer en un sketch. No todo lo improvisado es bueno”

-¿Un sketch siempre se puede mejorar?

-La verdad es que nunca dejamos de mejorarlos y siempre probamos posibles gags. A veces hay gags que nacen de la improvisación pero la improvisación puede ser buena en un momento dado y dejar de serlo al día siguiente. Cualquier idea que dura más de tres días ya puede permanecer en un sketch. No todo lo improvisado es bueno. Muchos humoristas llevan la mochila de gags que en su día funcionaron y han dejado de funcionar, y tienen el error de no tirarlos.

-¿Cuál es la esencia de todos sus espectáculos, desde Manicomic (1982) a Bits (2012)?

-El espíritu de sorprender, del absurdo, de rapidez, de ser niño... Lo que más hacemos nosotros es convertirnos en niños. Hacemos cosas que solo los niños hacen, como convertir una taza de váter en un avión o en un coche. Como los niños, no nos planteamos las cosas, si son verdad o no, simplemente las inventamos y jugamos. Y algo más difícil: convertimos al público en niños. Nuestro verdadero público es aquel que se convierte en niño y participa como espectador de otros niños que están jugando.

-¿Cómo han logrado mantener una compañía teatral durante cuatro décadas?

-¡Y actuando! Porque hay muchas compañías que alcanzan los 40 pero los protagonistas no siguen actuando, como La Fura o Els Joglars, cuyos fundadores dejaron de actuar hace tiempo. ¿Que cómo se logra? Porque nos lo pasamos bien y porque como en cualquier otro matrimonio, aunque este sea a tres, las cosas buenas pesan más que las malas.

-¿Confiesen algún recuerdo desternillante que guarden de Mallorca?

-1983. Una actuación en la Sala Mozart del Auditòrium. Llegamos a Mallorca siendo desconocidos y volvimos a Barcelona como los del Un, dos, tres... Esa misma noche salimos en aquel programa con el Soy un truhán, soy un señor de Julio Iglesias. A partir de ahí nos pararían por la calle. Aquella noche cambió nuestra popularidad.

-¿Cuál ha sido la principal aportación de Tricicle al mundo del espectáculo?

-Entretener, algo muy desprestigiado. Hay quien defiende que el único teatro posible es aquel con mensaje, concienzudo. Lo único que pretende Tricicle es que la gente se lo pase bien.

-Pioneros del teatro gestual, ¿se sienten solos en ese terreno?

-Hay poca gente. Quizás quienes más nos siguen sean Yllana y Spasmo. Que conozcamos no hay grupos de teatro gestual en primera línea.

-¿Por qué siempre han dejado la política al margen?

-Porque la política es muy de texto. Cuando en el teatro gestual intentas explicar algo complicado caes en el aburrimiento. Tienes que hacer muchos gestos y no vale la pena.

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