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Crítica de música

Soli deo gratia

Un acierto, sin duda, cerrar ese sexto ciclo de las Nits Culturals con un programa monográfico. Todo Bach. Una degustación de todas sus maneras y formas de componer. Se pasó por el Bach orquestal, por el de los oratorios, por el Bach de las cantatas, incluso por el genio del teclado. Todo Bach en estado de Gràcia.

La formación de cámara, un cuarteto de cuerdas y teclado, liderada por Gina Nicola en calidad de concertino, inició la sesión con esas cinco joyas de la danza que forman la Suite BWV 1067, con una magnífica Mayte Abargues en calidad de solista de flauta. El grupo instrumental, con un sonido moderno pero coherente, empezó algo titubeante, con unos primeros compases poco claros, aunque la confianza con el entorno y la profesionalidad cambiaron el rumbo que se mantuvo a un buen nivel de elegancia durante el resto de la velada.

Después de la Suite hizo su aparición el Coro Solistes de Gràcia, un grupo vocal de cámara cuyos doce componentes pertenecen a la Coral UIB. Joan Company dirigió con ellos uno de los momentos más sublimes de la Pasión según san Mateo, el Coral Ich will hier bei dir stehen. Lo bueno, si breve?

Javier Arnal, valor seguro siempre, interpretó la complicada parte solista del Concierto para Oboe 1053R, una obra que pide, como todas las de Bach, concentración y musicalidad máximas. El resultado fue excelente, con un segundo movimiento, Siciliano, que rozó la perfección.

Al Aria de la Cantata BWV 36b, con la soprano Maia Planas, le siguió otra aria, esta vez instrumental, perteneciente a la Suite en re. Obra muy popular sin duda y que motivó el susurro del público nada más empezar la melodía, ya que todos los asistentes supieron identificarla.

Y al final la Planas volvió al altar/escenario para darlo todo a través de esa otra joya (¿qué obra de Bach no lo es?) que es la Cantata BWV 84. La solista mallorquina se mostraba contenta y feliz, tal como indica el título de la obra, Ich bin vergnügt mit meinem Glücke, de poder decir (recitativos) y cantar (arias) esos momentos sublimes.

Y después de todo Bach, coro e instrumentistas ofrecieron el Ave Verum de Mozart (Me permito una "boutade": Después de Dios Padre, ¿hace falta el Espíritu Santo?). Y aún más, las múltiples muestras de afecto por parte del respetable motivaron que soprano y organista (Rafel Riera, como siempre exquisito) interpretaran el Ave María que Gounod compuso a partir del Primer Preludio bachiano. Con esa oración se cerró una magnífica hora y media de música, que se había abierto con unas palabras, sabias, del franciscano Pare Batle en calidad de presentador.

Y hasta el año que viene ¿no?

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