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Crítica de cine

Verlas (o no) venir

Antes de ver esta película, indico los referentes más cercanos, Eric Rohmer o el cine japonés más intimista (Mizoguchi, Ozu y películas recientes como Nuestra hermana pequeña o Still walking). Argumentos aparentemente inanes, familias saliendo adelante con algunas tensiones frente a los obstáculos que la vida nos pone a todos por delante: altibajos o crisis en las relaciones personales y pérdidas de seres cercanos. La clave es la naturalidad con que se cuentan esas historias, la empatía que provocan ocurran a cien o diez mil kilómetros.

La protagonista de El porvenir (Huppert) es una profesora de filosofía de instituto, madre de dos adolescentes, que en poco tiempo sufre el deceso de su madre, la fuga de su marido (Marcon, el sufrido marido de la millonaria aprendiz de soprano en Madame Marguerite) con otra amante y el desprecio de una editorial por varios libros que ha publicado con ellos. Huppert a su vez siente un cariño muy especial por un ex alumno (Kolinka). El gancho de la película es cómo afronta la mujer esos reveses. Con calma y entereza, aunque la procesión va por dentro. Se da cuenta enseguida de que lo importante es avanzar, con las clases, con los hijos, mantener la amistad, con indicios de querer algo más, con su pupilo. No esperar demasiado de la vida y tampoco renunciar a tener ilusiones. La filosofía, su pasión, le sirve de bastón blanco. La realización y el ritmo son muy Rohmer. Huppert soberbia una vez más. Película muy intimista, bastante equidistante en el tratamiento de ambos sexos. Una ojeada sencilla, atractiva, a vidas bastantes similares a las nuestras.

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