Lola Herrera (Valladolid, 1935) y Juanjo Artero (Madrid, 1965) son los protagonistas de la obra teatral La velocidad del otoño, que, escrita por el autor escocés Eric Coble y dirigida por Magüi Mira, se representará en el Auditòrium de Palma los próximos 1 y 2 de octubre.

El montaje, un alegato en favor del valor de envejecer, una obra mordaz, divertida y profundamente conmovedora acerca de la fragilidad y frugalidad de la vida, llegará a Palma avalada por la crítica especializada, que la ha aplaudido a lo largo de la gira que Herrera y Artero han realizado por buena parte de la geografía española. Una crítica que, al igual que el público, valora la excelente interpretación de estos dos grandes actores así como la calidad del texto, la versión (de Bernabé Rico) y la dirección genial de Mira, quien impone también sobre el escenario "ese difícil arte de lo sencillo".

La velocidad del otoño constituye una defensa de la sabiduría que dan los años, en contra de ese desahucio emocional que es para los ancianos abandonar su hogar para instalarse en residencias.

"Hay una nueva edad"

Con 81 años de edad, Herrera aporta su experiencia personal en la vida, porque las cosas han cambiado y "hay una nueva edad", sostiene la admirada actriz. "Es un problema que existe, existe con mayúscula, y que no se atiende, porque vivimos en una sociedad en la que parece que hay que depositar a los viejos en algún sitio y eso es como si se deposita un saco de algo, no puede ser, tiene que haber otra forma", ha declarado.

La obra, un texto del autor escocés afincado en Estados Unidos Eric Coble, se sirve del humor para poner sobre la mesa una realidad. Magüi Mira dirige un montaje encabezado por Lola Herrera, convertida en el ejemplo más palpable de que la edad no es un obstáculo para seguir creando, disfrutando, arriesgando y viviendo con intensidad.

"La manera de llegar al público, de poner el dedo en la llaga mediante la sonrisa cómplice y unas cuantas bombas emocionales que transitan por los caminos del drama, es a través de la peripecia de Alejandra, una mujer inteligente, sensible e insurrecta que se atrinchera con cócteles molotov en su propia casa para evitar abandonarla", según el argumento.

Allí llega Juanjo Artero, metido en la piel de Cris, el hijo pródigo que vuelve a casa. Ambos protagonizan la gran conversación a dos voces que es La velocidad del otoño.

La velocidad del otoño es teatro "contemporáneo, comprometido e inteligente", en el que el diálogo entre la anciana y el hombre maduro surge un aprendizaje y un crecimiento mutuo. Juntos van trazando un camino que en el que se van encontrando y sorprendiendo. A veces chocan, se abrazan, se gritan, se susurran, y ambos ganan en madurez, en autoestima.

Magüi Mira dirige en esta obra a Lola Herrera, y lo hace por segunda vez en su carrera. De ella se ha alimentado como actriz y directora en el proceso de creación de un montaje que en octubre se podrá degustar en Palma.

El activismo está presente en este montaje, pero por encima de todo lo que se busca es hacer reír y entretener, dejando un poso de reflexión pero siempre con el goce del teatro como objetivo principal.

Herrera cree que este texto "es una buena llamada porque quien se siente en el patio de butacas tendrá padres, tendrá tíos, abuelos o estarán ya también en la pendiente de bajada".