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Puro teatro

Vicka Duran: "La creatividad es la fortaleza del teatro de la isla; la producción, su talón de Aquiles"

"Me gusta el teatro directo de Alfredo Sanzol y Angélica Liddell, un trabajo sin miedo, transgresor y políticamente incorrecto"

La actriz mallorquina ensaya el personaje de 'La vida es sueño'. Fotos de guillem bosch

Tiene las ideas claras, como su Rosaura de La vida es sueño. Formada en la Esadib, vuela como creadora de sus propios artefactos dramáticos. El último, L'hospici, ha sido aplaudido en el CICLOP de Sineu. Toca el piano. Trabaja en s'Embat de Ses Covetes. Y confía en el figurinista Pau Aulí, artífice del estilismo que luce en estas fotos.

-Si Segismundo es el Hamlet español, ¿quién es Rosaura, Ofelia?

-Rosaura es como la excepción del Siglo de Oro español. Es una mujer que se viste de hombre, monta a caballo y va con Clarín, pero es ella la que toma las decisiones y manda. Mucha gente tilda a Rosaura de personaje inverosímil porque no se ciñe a lo establecido en la época. Es una mujer que pasa a la acción y que va a resolver cuestiones. Tiene las ideas claras. De hecho, es la única mujer en el Siglo de Oro español que yo conozco que se transforma, se pone un vestido de hombre y es capaz de jugar con el género. Utiliza su masculinidad cuando la situación lo requiere y su feminidad cuando precisa de ella. Es libre, al fin y al cabo. E inteligente.

-¿Por qué ha elegido a este personaje y no ha optado por Segismundo?

-"Hipógrifo violento que corriste parejas con el viento..." [recita]. Vi a Marta Poveda haciendo el papel en la adaptación de Helena Pimenta, donde Segismundo es Blanca Portillo. Salí de la obra pensando que quería hacer ese personaje. Por otra parte, Segismundo no es el personaje masculino que me gustaría interpretar. A mí quien me agrada es Romeo. Me gustaría vivir su historia, pero no desde el punto de vista de Julieta, un personaje más débil construido a partir de un punto de vista masculino.

-A por las terceras elecciones. ¿La política es un mal sueño o una obra de teatro demasiado larga?

-La política me pone de mal humor. La diferencia con el teatro es que en éste la gente sabe que está viendo una ficción, pero con la política mucha gente se cree lo que ve y sale en la televisión. Si te crees todo eso, realmente significa que eres un ignorante. Los medios de comunicación son manipulados por fuerzas superiores que tienen dinero y, en ocasiones, los partidos políticos también están detrás. En España, tenemos muchas cosas positivas a nivel de patrimonio histórico, turismo, ciudades importantes, gastronomía... Pero hay muchas cosas que están mal gestionadas y son explotadas en pro de los intereses de unos pocos. Este tipo de cosas nos hace más pobres.

-El Siglo de Oro, el Barroco o La vida es sueño reflejan la decadencia española de una época.

-Pero curiosamente cuando peor está un país es cuando mejor salen las cosas a nivel artístico. Pienso también en las generaciones del 98 y del 27. Pero ojalá estuviéramos mejor, por supuesto.

-La vida es sueño pone en alerta al espectador sobre este mundo de apariencias y sobre el postureo. ¿Qué diría Calderón de la Barca sobre las redes sociales?

-Sí, pero también advierte sobre los efectos negativos del miedo y la superstición. Porque el padre de Segismundo encierra a su hijo a partir de profecías muy esotéricas, de alguien que le dijo que tendría un hijo que le arrebataría el trono. El tema de la educación también está presente en la pieza. Calderón instruye sobre lo que es en realidad el hombre sin el freno de la educación. Quizá lo de las redes sociales plasmaría bastante bien La vida es sueño. Estoy segura de que Calderón haría versos y obras de teatro en relación a las redes.

-¿Cómo podemos saber que todo esto no es un sueño?

-¡Es que es un sueño! El ser humano no tiene la capacidad de ser objetivo nunca. Uno vive la vida desde su propia visión. La realidad no es así como la vemos, sino que es lo que nuestros ojos pueden ver. Hay millones de colores que son imperceptibles para nosotros e incluso energías que un perro puede percibir y nosotros no. Por eso estoy convencida de que cada uno de nosotros vive su propio sueño.

-¿España es un país de pesadilla?

-La política no la aguanto, es una pesadilla.

-¿La culpa no es también de los votantes?

-Con política yo me refiero a la estructuración de la polis, de la sociedad. Es verdad que el PP utiliza el miedo para hacer política. Y es brutal lo que consigue con su utilización. Pero si la gente lo acepta es porque prefiere seguir con lo que tiene que cambiar.

-Cuando ganan las izquierdas la gente tampoco acaba de estar contenta.

-No, porque la pesadilla es el bipartidismo. En la época de la Restauración ya funcionaba este sistema. Y el país tampoco funcionaba. Todo se ha de regenerar. Renuévate o muere (risas).

-¿Es cierto que las actrices cobran menos que los actores?

-A nivel local, creo que no. Pero tampoco es algo que haya preguntado. Además, en Mallorca cuesta mucho hablar de dinero. Es de lo último que se habla cuando se te presenta un trabajo. Hay un poco de tabú. En mi caso, sí hablo de dinero. No tengo ningún problema en decir lo que cobro o lo que he cobrado. Pero tengo compañeros que no hablan de esto. Y me sorprende. Cuando hablas con un camarero te dice lo que cobra sin problemas. Incluso las propinas.

-¿Cuántas horas antes de la función empieza el nerviosismo?

-La gente dice que es una exageración, pero me gusta estar tres horas antes. En ese tiempo me lo preparo todo en el camerino, ordeno, después voy al escenario, repaso...

-¿Orden?

-Sí. Siempre intento establecer el orden en mi vida, pero no se puede, aunque yo lo intente. Después ya vienen el resto de compañeros y estás con más gente. Con Rodo Gener contábamos chistes en La causa. Es una buena manera de quitarle importancia al momento.

-Joven pero sobradamente preparada. ¿Sirve tanto como se esperaba mucha formación?

-Yo creo que sí. Al menos para uno mismo. Pero mientras haya actores que no son actores trabajando de esto, pues a lo mejor no se nos cuida como merecemos a los que sí tenemos preparación. En el momento que acabé la carrera, empecé a valorarme como profesional. Es cierto que durante la formación he hecho muchos trabajos no remunerados y he vivido la explotación típica que se te aplica cuando estás haciendo lo que te gusta. Cuando acabé, puse punto y final a todo eso. Si no cobro, no hago el trabajo. Creo que, si no te tratan como a un profesional, quiere decir que el trabajo tampoco lo es.

-¿Están mejor las condiciones en Madrid o Barcelona?

-No sé contestarte con exactitud. En Madrid, las cosas están mal. Allí hay mucha competencia, muchas salas alternativas... Hay más oferta que demanda e incluso la joven compañía de teatro clásico está cobrando muy justo. Antes, cuando entrabas en la joven, tenías un sueldo cada mes. Ahora se trabaja por obra. Por otra parte, es una compañía que no está hecha para mí. Me interesan otro tipo de proyectos.

-¿Cuál es la lección más importante que le dio Juan Mayorga, el director del máster que cursó en la Carlos III?

-Tuve profesores muy buenos que me dieron conocimientos útiles e intensos. Aprendí mucho de Alfredo Sanzol, de su trabajo dramatúrgico a nivel actoral. Con Mayorga aprendí más a nivel racional. La filosofía que estudiamos también fue súper útil. Yo esperaba un máster más práctico que resultó ser bastante teórico. Pero me di cuenta de que adquirí un conocimiento muy potente.

-¿Qué le aporta la filosofía a un actor?

-La filosofía es la ciencia del pensamiento. Ayuda a entender mejor el mundo, la sociedad y el ser humano. También nos aporta más sensibilidad como individuos. Puede ser un arma para interpretar mejor a un personaje y para hacerse preguntas sobre éste y lo que le está pasando a nivel humano.

-Cada vez hay más actores que también son creadores. ¿Es el fin de la era del actor puro?

-No lo sé. En mi caso, tenía muy claro que quería ser actriz hasta que llegué a Madrid e hice este máster de creación teatral. De golpe me puse en el otro papel, en el que está detrás montándolo todo y viendo más allá del trabajo de actor. Dirigir y crear Doménica me ha servido para saber cómo me gusta que me traten como actriz, de qué manera me gusta trabajar, qué es lo que el actor necesita, sus preocupaciones. Creo que es absolutamente necesario que un director viva lo que es ser actor.

-¿Así nos evitamos tiranos?

-Bueno, un actor también puede ser un tirano. Pero entender es muy necesario porque hay maneras de trabajar por parte de un director que son contraproducentes. Por ejemplo, decir que "no" directamente a un actor. Eso bloquea. Normalmente los directores te lo dicen porque no saben hacerlo de otra manera. Pero hay muchas posibilidades de conseguir cosas de un actor. Sanzol me enseñó el pensamiento tangencial. Si tú quieres que el actor haga algo, lo que has de hacer no es decírselo directamente, sino tomar otro camino menos directo.

-¿Las escuelas les preparan para ser más que un actor?

-Totalmente. Estoy muy contenta de haber pasado por la Esadib. Es una escuela joven que tiene cosas buenas y malas. Pero es cierto que nos han formado como actores creadores. Y es un orgullo. Te enseñan a ver más allá de la profesión comercial de actor. Luego hay escuelas más grandes y que llevan mucho tiempo, como el Institut del Teatre o la RESAD, que son más marca. Es decir, como actor sales con la marca de esas escuelas, que son muy buenas trabajando el texto. Y eso no quiere decir que sea mejor o peor, sino que es diferente. De la Esadib creo que salimos más personalizados y sin esa marca.

-Sea un poco crítica. ¿Qué no está funcionando en esta isla para que las artes escénicas no despeguen como es debido?

-No es un problema de creatividad. De hecho, creo que somos muy creativos. Y lo digo sólo comparando con Madrid, donde he vivido. En relación calidad/producto, somos más creativos. Pero pienso que la creatividad depende también de la manera en que vivimos. Aquí tenemos menos posibilidades de hacer muchos bolos de un producto, y cuando éste se agota, que es en poco tiempo, nos ponemos con otro. En Madrid, una obra puede llegar a estar un año o más, un periodo en el que no creas otro producto. En Mallorca eres más creativo porque pasas por más procesos creativos. Estoy convencida de que el problema que tenemos en la isla es de producción. No pensamos o nos cuesta mucho pensar más allá: en programar, en producir y comunicar. Nos faltan herramientas de producción que nos podrían ser útiles. Uno no se puede olvidar del productor, que es el que planifica y el que hace que todo esto sea posible. Y me parece que éste es nuestro talón de Aquiles. Faltan profesionales en este sentido: productores y distribuidores que tejan esa red que necesitamos. El productor es quien prevé de dónde saldrá el dinero, los plazos, etc. En Madrid lo he visto: nadie hace un producto teatral sin una previsión de recuperación, amortización, etc. He visto que esta parte no la tenemos bien desarrollada. Aquí me falta la figura del productor y querernos abrir. En Mallorca cada uno va a la suya. Y apenas hay relación entre los profesionales para ayudarse. Y cuando viene alguien nuevo, nos ponemos territoriales. En vez de pensar que otro te va a quitar público, lo que se ha de conseguir es que tu público venga a ver mi obra y el mío la tuya. Y así sumemos.

-¿Le gusta el teatro político? Hizo La causa con J. C. Bellviure.

-Me interesa el teatro social. Es necesario. Pero creo que es un tipo de teatro que yo no haría. Me gusta un teatro más universal, visceral y que toque el alma.

-¿Qué teatro le pone?

-Me encanta el teatro directo de Alfredo Sanzol o Angélica Liddell. Un teatro en el que las cosas se hacen sin miedo. El teatro se ciñe demasiado a lo políticamente correcto y no ha de ser así. No soy nada partidaria de hacer cosas políticamente correctas. El teatro ha de ir más allá y ha de ser transgresor. Por eso me encanta Liddell, que lo vomita todo, o Roger Bernat, que ahora se ha ido a París a levantar un proyecto que gira en torno al yihadismo. También vi algo de una compañía que me gustó mucho en 2012, en Edimburgo, Teatr Zar, que venían de la escuela grotowskiana. De aquí, de la isla, me gusta mucho Biel Jordà. Para mí ha sido mi maestro. Tiene la esencia, sabe conducir y sacar lo mejor de uno.

-La crítica la está poniendo muy bien. ¿Usará esa espada el día que la fulminen en prensa?

-No (risas). Tengo muy asumido que somos carne de fracaso, como decía Pepe Viyuela. El fracaso forma parte del aprendizaje y será bienvenido. Yo no me arrepentiré nunca de nada si realmente estoy haciendo lo que quiero.

-¿Cómo consigue una recién llegada estrenar en Madrid?

-Estrené Doménica en el Teatro Lara porque la universidad en la que cursaba el máster consiguió un convenio con la sala. Estaba claro que no todos los alumnos podíamos estrenar nuestros trabajos y los profesionales de allí hicieron una selección. Me llamaron enseguida. En el Lara funcionó muy bien. En la Fira B! habrá más funcione. Yo lo que quiero es un distribuidor, por favor.

-¿Qué tiene que ver toda esta historia con El Greco?

-El punto de partida para crear el proyecto del máster lo propuso Juan Mayorga. Debíamos crear una pieza a partir de la exposición del Greco en El Prado. Cuando vi las obras, El Greco me pareció muy ambiguo. Es algo que quise trasladar a la obra. Leí mucho sobre el pintor y su vida. Le llegaron a vetar porque tomaba las iconografías religiosas y las tergiversaba. Y me fascina que acabara en Toledo, donde habían estado las cuatro culturas. Su pintura era muy delicada. Sus figuras masculinas son como si la feminidad pudiera ser representada a través de un hombre. A partir de aquí y mis propias reflexiones, hice la obra. Igual que Doménico [Theotokoupulos, es decir, El Greco] pintaba sus lienzos, Doménica pinta a través de sus actores. En la obra aparezco yo dirigiendo en directo a los actores, que sólo han contado con un texto que les he pasado y no han podido memorizar. Es un proceso de creación en directo.

-¿Ha pensado en volver a Madrid?

-Regreso en octubre. Siento que he de estar allí. El ritmo de Madrid me gusta. Cuando se queda para trabajar, se trabaja. A buen ritmo. Y yo lo necesito. A mí, esta pachorra... A nivel profesional necesito el ritmo de allí. Ahora me apetece seguir con la parte creadora, así que no sé qué haré allí exactamente. Lo que sí tengo claro es que si surgiera la posibilidad de salir por la tele, en una serie por ejemplo, tengo claro que debería servir para que la gente fuera al teatro.

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