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Crítica de cine

Todos son africanos

Black adapta dos novelas de Dirk Bracke sobre las luchas fratricidas entre bandas de origen magrebí y centro o surafricanas por el control de los barrios más humildes de Bruselas. La principal novedad de la historia es que traslada casi literalmente el argumento de Romeo y Julieta o West side story. En este caso una joven de piel más oscura se enamora de un extravertido chico de la franja mediterránea.

Como thriller de bajos fondos la película da la talla. Tiene tensión, realización con hechuras de cine independiente europeo, un elenco no profesional que asume con entusiasmo el reto y una banda sonora potente, con el regalo de una curiosa versión del Back to black de Amy Winehouse. Sin embargo deja la sensación de que podría haber llegado mucho más lejos. Como realizadores, El Arbi y Fallah carecen del talento, ejemplo cercano, del francés Audiard. Se centran sólo en la parte delictiva, rateros contra camellos. Dejan de lado las delicadísimas ramificaciones religiosas, se comprende, pero renuncian a bucear en las causas de esa marginación. La tentación de la delincuencia cuando el gobierno y la sociedad, occidentales y pudientes, les cierran prácticamente todas las puertas de la integración. Cómo les aíslan en guetos, ejercen una vigilancia mínima para que se diezmen con sus luchas, y actúan sólo cuando la violencia pasa a mayores. Apenas hay un atisbo cuando se insinúa que el líder de la banda de narcos fue un niño de la guerra. Da pena ese enfoque tan complaciente. Aún así es un filme recomendable como mirada antropológica y/o para los amantes del cine negro.

Black

Bélgica, 95 min.

***½

Director: Adil El Arbi, Billal Fallah

Actores: Martha Canga, Aboubakr Bensaihi, Theo Kabeya

Cines: CineCiutat

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