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Puro teatro

Catalina Solivellas: "El mundo no se arreglará hasta que el poder regrese a las mujeres"

"A veces me pregunto qué me diría un psicoanalista sobre mi predilección por los escritores arrinconados, malditos"

Catalina Solivellas, como Clitemnestra, celebra en Caimari el fin de Agamenón. guillem bosch

El trabajo de Catalina Solivellas (Palma, 1967) siempre ha estado más enfocado fuera de la isla. "Surgió así, no lo planifiqué", comenta. Ahora ha regresado a casa. "Me he vuelto mayor, y yo soy feliz en el campo. A lo mejor fui torero en otra vida", bromea. Aún tiene un pie puesto en Barcelona, donde siempre la han amado. "Sigo entrando y saliendo de La Riera. Aquí, en Mallorca, no me he sentido muy... Pero no lo digo con resentimiento ni nada", asegura, "soy muy feliz".

-Ha cambiado el cuchillo de Clitemnestra por herramientas agrícolas [en la foto]. Y brinda por la muerte en la bañera de Agamenón. ¿No es este asesinato un precursor del de Psicosis de Hitchcock?

-Absolutamente. Es la primera muerte cinematográfica. Los griegos eran muy elegantes y los asesinatos siempre eran en off, fuera de campo. Con los romanos, los crímenes se empezaron a representar en escena. Y a partir de aquí, como Shakespeare había leído a Séneca y no a los griegos, en el dramaturgo inglés los asesinatos también se materializan. De las matarifes antiguas, Clitemnestra es la más elegante.

-Y se venga de un tirano que mató a la hija de ambos, Ifigenia. ¿Las mujeres deberían tomar ejemplo de la rebeldía de Clitemnestra?

-No soy una especialista, pero a partir de lo que he leído y lo que me dice mi intuición, pienso que Clitemnestra es, de hecho, la primera feminista. Porque ella representa el momento en que el hombre le quita el poder a la mujer. Hasta ese momento, existía el matriarcado, el poder era femenino. Robert Graves habla de ello en La diosa blanca, por ejemplo. Después el hombre le arrebató el poder a la mujer y se convirtió en un patriarcado, que es como ha estado diseñada la sociedad hasta ahora. Clitemnestra se pregunta por qué se la está juzgando de manera más dura que a su marido, Agamenón, si él, hombre, rey y patriarca, mató a la hija de ambos por motivos políticos. Asesinó a Ifigenia porque quería que Artemisa les enviara vientos para poder llegar hasta Troya. Clitemnestra se venga del marido por ello, un marido que además llega diez años después de la guerra acompañado por otra, Casandra. Clitemnestra, que no entiende por qué ha de ser condenada más duramente que un hombre, se rebela precisamente contra ese patriarcado.

-¿Podría simbolizar la rebeldía de Clitemnestra la de toda una sociedad contra un tirano?

-Cuando pienso en Clitemnestra, recuerdo siempre la versión que hizo en 1962 Llorenç Moyà de Electra, su hija. En esta versión, que a mí me entusiasma especialmente, Moyà enfatiza mucho a Clitemnestra, la amplifica. A este conjunto de obras que él escribió en esos años le llamó "Teatro de la Libertad". Fue una época en la que escribió tragedia griega por la dictadura de Franco. Para Moyà, la muerte de Agamenón simboliza la muerte del dictador. Y Clitemnestra se lo dice a su hijo Orestes: "Tu padre era un tirano que se aprovechaba de la gente, una mala persona".

-Clitemnestra: ¿justiciera o sanguinaria?

-Matarife por venganza. Marguerite Yourcenar clasificó a las mujeres de la Antigüedad entre las que son matarifes y las que no lo son.

-¿En qué temas le gustaría a usted administrar justicia?

-En cuestiones de medio ambiente. También se debería revisar todo el conflicto ético que hay detrás de los animales. Coetzee ha hecho una ponencia magnífica sobre el tema a través de uno de sus personajes, Elizabeth Costello. Él se pregunta si los humanos tenemos legitimidad para hacer lo que les hacemos a los animales: matarlos, engordarlos o transportarlos como lo hacemos. Otro de los temas que me toca directamente es el de la mujer. Estoy segura de que si los proyectos personales que he presentado en Palma en los últimos años los hubiera defendido un hombre, todo habría sido mucho más fácil. No sabes lo que me ha costado para no llegar a ningún sitio. Es algo que acaba con la moral de cualquiera.

-¿Cuál es el defecto de Clitemnestra y qué lección nos da?

-Su defecto es la honradez y actuar conforme a lo que le dicta su conciencia. Ella mató a Agamenón por venganza y para restaurar el orden de su casa. La lección que sacamos de Clitemnestra es que las mujeres seguimos igual.

-¿Por qué ha elegido a este personaje?

-Porque nos habla de la primera feminista y nos advierte de que a pesar de todo lo que hemos avanzado tenemos el mismo sistema patriarcal, ése que nos sigue dejando tres pasos por detrás. En realidad, no estamos avanzando en esta cuestión. Y me preocupa.

-¿Mejoraría el mundo si mandaran las mujeres?

-Las mujeres son más inclusivas, creativas e integradoras. No firman guerras y aceptan los 'noes'. El mundo no se arreglará hasta que el poder regrese a nosotras.

-Clitemnestra espera diez años a Agamenón. ¿Tanto tendremos que esperar para tener Gobierno?

-No tengo calificativos para esta situación. Pensar que estas personas están cobrando de nuestro bolsillo entre 3.000 y 6.000 euros cada mes para hacer un trabajo que no hacen me indigna. Su trabajo es entenderse. Se han de reconciliar. Por otra parte, es necesario cambiar a los candidatos porque los que hay han demostrado que no sirven. Son incapaces.

-¿La carrera de actriz es como unos Juegos Olímpicos?

-Sí en el sentido de que los actores somos atletas también. Nos preparamos toda la vida, pero no nos concentramos en cuatro años. Es una carrera mucho más dilatada y de largo recorrido. La diferencia entre los atletas y nosotros es que un atleta es incontestable. Y lo nuestro es algo más interpretable.

-También hay actores incontestables.

-Sí. Las trayectorias lo son. Pero creo que es una profesión donde juegan factores más subjetivos a la hora de valorarla. Es cierto que hay casos incontestables, como el de Meryl Streep, entre otros, pero a uno le puede gustar más o menos. Después hay casos en los que ves que no sólo basta con ser buen actor, sino que también cuentan otros factores como el carisma, etc.

-¿Cuándo ha estado más cerca del podio?

-En los Goya, hace tres años.

-Para ganar un Goya, ¿hay que ser de Madrid o hay que hacer una buena campaña de promoción?

-Lo segundo. Si mi película hubiera ido con una productora más conocida, habría tenido más posibilidades de ganar. En los Oscar pasa lo mismo. Si tienes presupuesto, contratas un mánager de prensa, una oficina. Lo de ser de Madrid o no creo que no cuenta tanto. En mi año ganó Natalia de Molina, una chica del sur.

-Se ha vinculado al restaurante de sus hermanas, Ca na Toneta. ¿Qué puede aportar una actriz a un negocio de este tipo?

-Más que nada me aporta el restaurante a mí. Yo no puedo aportar demasiado porque toda la vida haciendo de actriz... Puedo aportar presencia, gestualidad. El restaurante me hace un reset, me quita presión y me proporciona la excusa para que yo esté aquí. También es la coartada perfecta para después poder centrarme únicamente en proyectos más personales o en aquellos en los que me llaman de fuera y me apetece mucho hacer.

-Y fuera del plató, dígame un plato.

-Cualquiera de los que haga mi madre. Por ejemplo, un arròs sec.

-¿Y los de su hermana Maria?

-(Risas). Primero los de mi madre, luego los de mi hermana.

-Dentro de poco, ¿trabajaremos todos para los turistas?

-Creo que sí.

-¿Han notado el impacto en Caimari o aún se salvan?

-Muchísimo. Todas las casas están alquiladas. No va a haber más remedio que poner cupos. Los humanos somos una especie descontrolada intrínsecamente. No somos capaces de autorregularnos. Los límites son necesarios. En un sitio como Caimari, donde no hay infraestructuras, de repente ves por estas calles a extranjeros en bermudas paseando y piensas: no hay nada que hacer aquí, no tenemos un barrio gótico, museos, etc. Porque el encanto de esta zona es éste. Por otra parte, Mallorca se vende barata cuando debería venderse más cara. Acabaremos poniendo cupos por la saturación. Si lo haces, consigues después que venga gente que sí valore tu territorio. Hay un archipiélago en Brasil por el que hay que pagar bastantes dólares para entrar. Es un lugar muy exclusivo y el que quiere ir se lo piensa muy bien y va por un motivo. No va porque es más barato. Allí no va el tipo de turista que le da lo mismo quedarse en Magaluf que en otro lado similar.

-¿No echa en falta las manifestaciones de los ecologistas?

-No está habiendo mucho ruido. No sé si es que todo el mundo está en modo vacaciones. O es que la gente está cansada de las últimas manifestaciones. Están bien éstas, pero pienso que hay que ser muy concreto en las demandas. Por otra parte, si al final quienes tienen que tomar nota son los políticos, ya hemos visto lo que ha pasado. Con Bauzá fue clarísimo. Igual también debería regularse eso: a partir de tantas personas que salgan a la calle, los señores políticos están obligados a sentarse y negociar.

-Ha interpretado Quan venia l'esquadra, una suerte de memorias de Xesca Ensenyat donde se retrata una Mallorca preturística ya desaparecida. ¿Estamos olvidando lo que fuimos?

-La generación que viene después de la mía ya no conoce muchas cosas tratadas en esa pieza. Es un texto fantástico y tenemos muchas ganas de llevarlo a Barcelona porque creo que esa ciudad lo celebraría mucho. Xesca fue una escritora un poco maldita y a Llorenç Moyà también le pasa un poco lo mismo. Es un escritor que no ha sido estrenado y tiene mucho material. Electra es fabulosa para producirla aquí junto al Nacional de Catalunya, por ejemplo. A veces me pregunto qué me diría un psicoanalista sobre mi predilección por los escritores arrinconados.

-¿Qué tipo de niña era usted? ¿Teatral y protagonista?

-No. Era muy salvaje. Desde pequeña ya iba a mi aire, era muy independiente. Y era muy buena y obediente. Lo que pasa es que era obediente de muy pocas personas. Como ahora. En mi casa, nunca tuvieron problemas conmigo. Me decían, a las 10 aquí, y yo llegaba a las 10, lo que pasa es que no sé cómo llegaba (risas).

-Soy el genio de la lámpara y ahora puede elegir una actriz para vivir su vida.

-Me encantaría estar en un set con Meryl Streep, desde que la maquillan, va a vestuario, pasa letra y rueda. Y me hubiera gustado también conocer a Bette Davis. Me encantaría haber estado en el rodaje de Eva al desnudo o en el de ¿Qué fue de Baby Jane? Davis, siendo una celebrity, no tuvo nada de miedo a salir estropeada, a hacer de loca... No se cortaba nada.

-En cuánto a su trabajo, ¿siente envidia de algún lugar?

-En España ha sido una debacle. No es que estemos mal, es que estamos penalizados: 21% de IVA y de cada trabajador, el 36. Es decir, el 50 y pico para ponerse a producir. Así las cosas, ¿quién se pone a ello? La Ley de Mecenazgo tampoco se ha hecho. Por eso mismo, ¿quién te va a poner 30.000 euros si igual los pierde y encima no le van a desgravar nada? Pues mira, mi respuesta es: cualquier sitio menos España. Están amateurizando la profesión.

-¿Hablar de Mallorca en este aspecto le deprime?

-Con Mallorca he pasado muchas fases: la del enfado, la de la esperanza, me he creído ciertas cosas... Ahora simplemente no me creo casi nada. No creo que vea nunca que esto funcione como tiene que funcionar. Pero es un sitio maravilloso para crear. Lo próximo que haga lo quiero ensayar aquí. Es una contradicción lo de esta isla: es fabulosa para crear pero luego es una carrera de obstáculos. Lo es en todos lados, pero aquí más: el Principal no te recibe, no atienden, no te responden... En la televisión han creado un monstruo del que come todo el mundo menos los que hacemos televisión. El Principal es lo mismo: los últimos de la cola somos los creadores. Está hecho al revés. Soy optimista, pero no lo veo claro. Como mucho, te puedes crear tu pequeño oasis e intentar no depender mucho de fuera, de las instituciones. Pero, por otra parte, piensas, por qué no voy a poder crear en el Principal que encima lo estamos sufragando entre todos. O por qué no puedo hacer mi serie de televisión aquí. ¿Me tengo que ir a Barcelona?

-Distribuya papeles para Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera.

-No tienen vena trágica. Son más de melodrama. Son de medio pelo. Yo les daría un papel en algún melodrama de serie B.

-¿Qué papel lleva clavado como una espina?

-Clitemnestra. Más que papeles, son proyectos que se han atascado o no han salido. De estas cosas aprendes a que no te vaya la vida en ello, no enfermes y que todo es muy relativo.

-¿La profesión de actriz es una profesión con obsolescencia programa?

-Un poco. En parte, por el sistema, porque está montado como la sociedad. Pero es cierto que yo tengo compañeras de 90. Hace un par de años trabajé con Asunción Balaguer. Es algo que depende de uno mismo.

-¿Se puede ser buen actor y ser un cabeza de chorlito: no leer, no escuchar música...?

-He conocido gente que no es que fueran cabezas de chorlito sino que era incultísimos, Shakespeare les sonaba pero Chéjov ya no. Sin embargo, tenían un talento extraordinario. También te puedo decir que esta persona en la que pienso ya está retirada. No siguió en el mundillo. Creo que el actor, si ha de hacer guiones delgaditos para televisión, pues igual no pasa nada si no lee. Pero cuando uno vive esto de otra manera y hace teatro o tiene una inquietud por escribir o empezar a dirigir, es diferente. Si quieres hacer esto último necesitas un poco de envergadura intelectual.

-¿En qué momento de su vida personal ha tenido que actuar más y en cuál menos?

-Sí puedo aparentar en la vida real que no pasa nada y que en realidad haya un tsunami. Pero no tengo un interés especial en fingir que no siento algo que sí siento. Yo lo expreso. Es más sano.

-En La risa caníbal Andrés Barba afirma que las mujeres no han tenido éxito como cómicas porque lo cómico es lo contrario de lo erótico y la sociedad ha preferido que las mujeres fueran sexis y no graciosas.

-No estoy de acuerdo. ¿Marilyn qué era? Un profesor mío americano, un judío que tiene una escuela en Los Ángeles, me dijo que las estrellas son sexis y graciosas. Piensa en Julia Roberts, Cameron Diaz... En España, es cierto que no es así. Quizá por el catolicismo. Parece que la graciosa tiene que ser la fea. En España no hay un tipo de actriz así. Quizá Inma Cuesta empiece a estar en esa categoría. Pero no hay más.

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