­­­El emblemático y carismático jazzman transmite unas pinceladas de su visión de la música, después de unas conversaciones en la Fundación ACA y en Sa Congregació.

-¿Cómo ve usted el aprendizaje de la música?

-Existe la posibilidad de que en algún momento de la historia, en París, se planteara apostar por crear músicos globales o intérpretes espectaculares. Actualmente se han formado muchos intérpretes espectaculares. Toda la enseñanza de la música global se ejerce en minoría. Entonces un chico estudia las partituras y así se pasa años y años, pero no les explican el sentido profundo de esta. El aprendizaje de la música hay que saber cómo encauzarlo.

-¿Cómo se encauza?

-Si podemos concentrar nuestros objetivos, podemos encauzar mejor nuestro aprendizaje. Parece algo obvio pero no lo es. Por ejemplo, un objetivo del jazz puede ser la capacidad de comunión instantánea con los músicos con quienes tocas. Un estudio eficiente puede llevarte a conseguir esos objetivos a corto plazo. Por ejemplo, para tocar con un pianista tienes que tener desarrollado el oído armónico para reconocer al instante todos los acordes que toca. Si no estamos muy familiarizados es más complicado conectar, que sería alcanzar nuestro objetivo deseado, la comunión. La enseñanza clásica no busca esos objetivos.

-¿En qué sentido?

-A veces los músicos no tienen un conocimiento profundo de la música. Escuchan a Bach, pero no saben cuáles son los acordes que están sonando. La improvisación, la interacción, la comunión, no son características sólo del jazz, son propias de la música en general pero considero que en el clásico se han perdido.

-¿Está diciendo usted que el modelo de enseñanza del jazz es más completo que el de la música clásica?

-Sin duda, eso lo defiendo yo en cualquier ponencia. En el siglo XVIII las Cadencias de las Sonatas se improvisaban, los músicos tenían un buen conocimiento armónico para poder estar un buen rato improvisando. El clásico ha perdido estas características con el paso de los siglos. Estudian escalas y escalas pero no les dicen el porqué de la música. Para realizar un ejercicio de armonía clásica hay que seguir al pie de la letra un sin número de reglas. Estas reglas no son gratuitas, se han sintetizado en el transcurso de los siglos y tienen un sentido para conseguir cierta sonoridad clásica. Un buen estudiante puede realizar un ejercicio brillante siguiendo esas normas pero no saber a qué hacen referencia a nivel sonoro. Por encima de las reglas hay la razón sonora, musical y bella a la cual no acceden los alumnos. Los conservatorios deberían transmitir ese conocimiento de la música a sus estudiantes y no limitarse a formar grandes intérpretes. En el Jazz también hay aspectos que mejorar, los estudios se tendrían que enfocar más en la práctica que en la teoría.