Los chimpancés son unos simios muy inteligentes, capaces de entender el papel propio en el grupo y de evaluar la amenaza que supone un congénere. Porque además de inteligentes los chimpancés comunes (Pan troglodytes) son muy agresivos. Su sistema social se basa en una estructura en la que existe un macho dominante o alfa, varias hembras, sus crías y algunos machos adultos que no han formado su propio grupo (machos beta). Los machos beta no tienen acceso a las hembras pero se las congenian para cooperar entre ellos de manera que distraen al macho alfa mientras un beta, por turno, logra copular. Ese mecanismo cognitivo tan avanzado se denomina "pensamiento maquiavélico" y supone una cooperación muy eficaz.
Los bonobos, la segunda especie de chimpancé que existe hoy (Pan paniscus) son también muy inteligentes pero cuentan con una particularidad que los etólogos llevan muchos años señalando: su agresividad es mucho menor y parecen compensarla con una conducta sexual desenfrenada. Las interpretaciones inmediatas apuntaron al lema de la generación hippie: haz el amor y no la guerra. Ni que decir tiene que los bonobos no pertenecen a movimientos alternativos de los humanos de los años sesenta. Pamela Douglas, del departamento de Primatología en el Max Planck Institute for Evolutionary Anthropology de Leipzig (Alemania), publicó este año un estudio que relacionaba la conducta sexual de los bonobos con la variabilidad en las pautas de ovulación de sus hembras. Pero el avance más sorprendente para entender la conducta de esos primos hermanos nuestros lo han proporcionado dos primatólogos japoneses del Primate Research Institute de la universidad de Kyoto, Nahoko Tokuyama y Takeshi Furuichi, quienes han detectado la formación de coaliciones entre los bonobos también, pero en esta ocasión entre las hembras. Su trabajo se ha realizado mediante la observación de un grupo de Pan paniscus salvajes en Wamba, República Democrática del Congo.
La coalición entre los bonobos hembra tiene algunas pautas singulares. No se realiza para competir contra otras hembras, como es común en especies lo bastante avanzadas como para que se den las cooperaciones, ni se realiza entre sujetos emparentados entre sí. Tiene como objeto la defensa contra el acoso de los machos y son las hembras mayores las que defienden por lo común a las más jóvenes, aunque Tokoyuma y Furuichi apuntan la generación de lazos de mutualismo gracias a esa conducta cooperativa. Quizá lo más interesante sea la propuesta hipotética que hacen los autores al final de su artículo: tal vez esas coaliciones entre bonobos hembras lleven que se generen interacciones de tipo afiliativo, grupos que promueven una conducta tolerante efectiva. Si es así, los bonobos han logrado llegar mucho más lejos en la cooperación que nosotros.
