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La prèvia

Lectura del Libro de Daniel: en aquel tiempo?

´Nabucco´, el título que dio renombre a Verdi como compositor lírico, cierra la presente temporada del Principal

Un momento del ensayo general de ´Nabucco´, ayer en el Teatre Principal.

El profeta Daniel, a quien Miguel Ángel dedicó un espacio en la Capilla Sixtina, tiene su propio libro en el Antiguo Testamento. El Libro de Daniel es uno de los llamados Libros Proféticos de la Biblia, pues Daniel junto a Isaías, Jeremías y Ezequiel forman el grupo de los profetas mayores.

Pues es en este Libro donde se cuenta cómo el profeta, con otros amigos hebreos, durante el exilio del Pueblo de Israel a Babilonia, esclavizado bajo el reinado de Nabucodonosor en el siglo IV a. C. seguía profesando el culto a su único Dios, desobedeciendo las órdenes dictadas por el monarca babilónico.

Siguiendo un paralelismo con la historia que ya había protagonizado José con el Faraón (Génesis 35:22), Daniel fue llamado a palacio para interpretar los sueños del rey, cosa que hizo de forma satisfactoria, hecho que propició que Nabucodonosor lo convirtiera en uno de sus asesores. Así Daniel pasó de ser esclavo a vivir en el propio palacio real.

¿Por qué era importante en aquella época ser un Freud avant la lettre? Pues porque el intérprete de los sueños reunía en sí mismo la capacidad de trascendencia, relacionando lo terrenal con lo esencial, el más allá.

Pues bien, mientras que la investigación histórica afirma la existencia de ese rey babilónico, Nabucodonosor, y los años de esclavitud de los israelitas hasta la llegada del rey persa Ciro, no puede decir lo mismo de ese personaje, Daniel, que da título al libro que narra esas vicisitudes. Daniel, el bíblico Daniel, parece ser más una leyenda que una realidad, más una invención de los autores de esa parte del Antiguo Testamento que una persona de carne y hueso. Invención curiosa y a la que se le atribuyen elementos fantásticos y con una vida plagada de anécdotas, milagros y actos de fe.

Volvamos ahora a ese Nabucodonsor, el Nabucco sobre el que Verdi, con la ayuda del libretista Temistocle Solera, creó la famosa ópera que esta noche empieza su andadura en el Teatre Principal de Palma (18h) para cerrar la presenta temporada lírica.

Pues bien, en ese título verdiano, uno de los primeros del autor y el primero que le dio un nombre como compositor de óperas, encontramos algunos elementos sacados de la Biblia, mezclados con otros imaginados pero que ya aparecían en una obra teatral anterior a la ópera, Nabuchodonosor, de Francis Cornue y Anicète Bourgeois así como algunos más tomados del ballet Nabuccodonossor que el coreógrafo y compositor Antonio Cortesi había estrenado en Turín en el año 1838, cuatro años antes del estreno de la ópera.

En Nabucco Verdi ilustra musicalmente diferentes momentos de esa relación de amor/odio entre la corte y el pueblo sometido, como la entrada de los ejércitos babilónicos en Jerusalén (acto I), el descubrimiento de una trama amorosa en la corte de Babilonia (acto II), la nostalgia del pueblo de Israel hacia su tierra (acto III) y la redención del monarca al convertirse a la fe del Dios de los judíos con la consiguiente liberación de todos los esclavos (acto IV).

Sin duda el momento que todos esperan, el más emotivo y el más popular de toda la ópera es el famoso coro Va pensiero del tercer acto. Va pensiero no es todo Nabucco (así como la Barcarola no es todo Hoffmann o el Coro de peregrinos no es todo Tännhauser aunque muchos así lo crean), es solamente un fragmento que se ha convertido en todo un referente; un canto a la libertad, cuyo texto toma la idea del Salmo 137:1, Junto a los ríos de Babilonia , y que dice así:

Junto a los ríos de Babilonia,

nos sentábamos y llorábamos,

al acordarnos de Sion.

Sobre los sauces colgamos nuestras arpas.

Y que el letrista de Verdi reescribe y convierte en:

Ve, pensamiento, con alas doradas,

Ve, pósate en las lomas, en las colinas,

donde exhalan tibios y suaves

los aires dulces de la tierra natal.

Junto a los ríos de Babilonia, el Tigris y el Éufrates, con sus aguas, según la leyenda, regando los Jardines colgantes, una de las Siete Maravillas del mundo antiguo, junto a esos caudales, hoy se encuentra una de las zonas con más conflicto bélico, étnico y religiosos del mundo. Lástima que la música no haya podido amansar esas fieras creadas y alimentadas por el odio.

¿Y por qué no convertir el Va pensiero, en un Va, pensare?

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