Il barbiere di Siviglia de Rossini emprendió anoche un viaje hacia los años 60 y 70. Fue una velada de pantalones ajustados, minifaldas, proyecciones, juegos de sombras, bastante contacto con el público y muchas referencias cinematográficas. Grease parecía haberse apoderado de la ópera bufa del compositor italiano con esta revisión moderna que firma la directora escénica Eugenia Corbacho y que en 2015 se alzó con el premio al mejor montaje de los Amics de l´Òpera del Teatre Principal.

Fue en 1816 cuando esta obra se estrenó en Roma con el título Almaviva o la precaución inútil. Ayer se conmemoró este 200 aniversario con un espectáculo convertido en un auténtico grito a la libertad. A diferencia del original, esta producción del Principal (estrenada la temporada pasada) no buscó el componente extravagante en Sevilla. Il barbiere di Siviglia mallorquín tuvo mucho colorido, un toque vintage y hasta psicodélico. Y es que el Barbero de Corbacho guiñó el ojo a los locos años 60 y 70. En esta escenificación, Rossini viaja a los sesenta, una época de libertad. Y precisamente de esto habla este Barbiere, de la libertad de Rosina (Carol García), que quiere vivir su vida y escapar del control de su tutor, el doctor Bartolo (Miguel Sola).

La de anoche fue una ópera con muchas influencias de la comedia pop, un espectáculo de teatro cantado para pasárselo bien. Se puso en escena una obra coral, divertida y con muchos toques de humor. Algo que se percibió en la platea y en los palcos. Los espectadores se divirtieron porque, en pocas palabras, este Barbero de Sevilla es sinónimo de fiesta.

Sin ninguna duda, el barítono catalán Manel Esteve sedujo al respetable encarnando al Fígaro más rockero. Fue el encargado de arrancar los primeros bravos de la noche con su entrada triunfal al estilo John Travolta en Grease, pero que terminó la función a lo Elvis Presley. Muy aplaudida su aria Largo al factotum, aunque brilló durante toda su actuación, algo que le agradecieron los espectadores al final de la función con una calurosa ovación.

Hubo aplausos para el tenor Daniele Zanfardino que tras cantar varias serenatas, disfrazarse de soldado y de profesor de música acabó la noche imitando a Tony Manero y su Saturday Night Fever convirtiendo el escenario en una auténtica discoteca. ¿El motivo? Haber conquistado el corazón de la dulce pero pícara Rosina. La mezzosoprano Carol García debutó en el Principal por todo lo alto. Demostró por qué en 2015 la revista Ópera Actual la galardonó con el Premio a la Mejor Promesa de la Lírica Española. Arrancó bravos y fuertes palmas del patio de butacas como, por ejemplo, tras su aria Una voce poco fa. La tímida pupila del controlador doctor Bartolo evolucionó de tal forma que se convirtió en una seductora Olivia Newton-John. El público también reconoció el trabajo de Miguel Sola, de Marco Vinco como Don Basilio y de Yolanda Riera como Berta.

Y qué decir de la música. Espectacular. La noche fue de bravos para el prometedor director de orquesta Andrés Salado. La de Rossini es una música brillante, que busca la sonrisa del público. Con estos ingredientes, el maestro no podía hacer otra cosa que brillar en la dirección musical de esta ópera. Y al bajarse el telón también hubo alabanzas para la Simfònica y las voces del Cor del Teatre Principal. La fiesta de Il barbiere se repite mañana a las 20 horas y el domingo a las 18 horas. Disfrútenla.