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Centenario de Camilo José Cela

Formentor, el milagro que marcó el inicio del deshielo

El escritor organizó las primeras Conversaciones Poéticas en 1959, unos encuentros que marcaron el comienzo de la apertura cultural española al exterior

El escritor recogiendo las monedas del Premio Formentor junto a Alfonso Ussía y otros asistentes al galardón.

Veranear en 1954 en el Port de Pollença puede que tuviera algo que ver en la elección de Formentor para el desembarco de una pléyade de escritores que, conversando, iban a abrir paso al acercamiento al mundo editorial y creativo de Europa. Quizá Cela intuía ya a esas alturas que la transición literaria o cultural era la que necesariamente tenía que preceder a la política.

El autor de La colmena tenía buena amistad con la familia Buadas, al frente del Hotel Formentor, donde acudió de visita durante su primer estío en la isla. Años más tarde, pasaría con su familia muchos fines de semana allí, y de esas estancias y de su amistad con los Buadas, especialmente con el joven Tomeu, nacería la idea de que las Conversaciones Poéticas se celebraran en el establecimiento. Como organizador, constarían los Papeles de Son Armadans, y como patrocinador, el hotelero. La idea puso a prueba la capacidad de gestión de Cela y de su equipo, un reto que superaron con nota.

Las Conversaciones tuvieron dos precedentes interesantes. Apenas dos años después de su llegada a Mallorca, en mayo y junio de 1956, el futuro Nobel organizó en su propia casa las que vino a llamar Conferencias de la calle Bosque. Más adelante, en febrero de 1959, verían la luz las Jornadas europeas en el Círculo Mallorquín, hoy sede del Parlamento balear, y abiertas a cualquier persona que quisiera acercarse a escuchar a los conferenciantes, todos académicos de la RAE.

Las primeras Conversaciones Poéticas de Formentor tuvieron lugar entre los días 18 y 25 de mayo de 1959. Papeles de Son Armadans, Ínsula y otras publicaciones españolas daban cuenta de la convocatoria. Se insistía en el tono conversacional, amigable, que debían tener: "Los poetas se encontrarán conversando de poesía y con la poesía en Formentor, y en la paz y la concordia, esa bendición de los dioses clementes, de la amistad y del pan que se comparte". "Las conversaciones no son ni una asamblea, ni un congreso, ni hay ponencias ni órdenes del día, ni actos oficiales, ni nada que se le asemeje".

Aquellos encuentros y su ambiente distendido fueron estímulo sobrado para la mayoría de los poetas convocados y de manera especial para los más jóvenes, Goytisolo, Barral o Gil de Biedma, sin duda los más noctámbulos.

La belleza de Formentor y las atenciones de los anfitriones, Cela y Tomeu Buadas, subyugaron a los convocados a las Conversaciones, alrededor de cincuenta personas, entre poetas y periodistas.

Los más numerosos fueron los poetas en lengua castellana venidos de fuera: Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, José Luis Aranguren, Carlos Barral, Carlos Bousoño, José Luis Cano, Gabriel Celaya, Amparo Gastón, José Agustín Goytisolo, Gil de Biedma, José Hierro o Blas de Otero, entre otros. Entre los de lengua catalana, se encontraban Blai Bonet, Espinàs, Riba, Joan Fuster, Llompart... La nómina de extranjeros incluía a Yves Bonnefoy, François Bondy, Anthony Kerrigan, Graves o Kaete Moslé, entre otros.

Gerardo Diego, Carmen Castro, J. V. Foix, Aleixandre y Hierro, en una excursión durante las primeras Conversaciones Poéticas de Formentor. DIARIO DE MALLORCA

El éxito de los encuentros fue extraordinario y su repercusión literaria notable. No cabe duda de que la política también debió colarse por las rendijas, motivo por el que supusieron una bocanada de aire fresco en el ambiente enrarecido de la dictadura.

A continuación de las Conversaciones y durante los días 26, 27 y 28 de mayo de 1959 se celebró en el Hotel el Primer Coloquio Internacional de Novela, organizado por la editorial Seix Barral. El evento contó con la experimentada ayuda de Cela. En el Coloquio participaron alrededor de una treintena de escritores, en su mayor parte novelistas llegados de Francia, Inglaterra, Italia o Alemania.

Para valorar tanto las Conversaciones como el Coloquio, hay que incidir en el año en que se celebraron, 1959, cuando el país estaba dominado por la dictadura. El resquicio de libertad y de aparente normalidad que supusieron estos encuentros - una suerte de contubernio antifranquista- fue una especie de milagro que sólo podía tener lugar en Mallorca. Si el régimen toleró las Conversaciones -sin intervenciones policiales- fue porque en ambos eventos estaba Cela, persona para ellos de fiar y a la vez amigo de la autoridad competente y del delegado de Información y Turismo

A Cela también se le debe en parte el impulso del Premio Formentor y del Internacional de los editores, pues si el futuro Nobel no hubiera invitado a Carlos Barral a participar en los primeros encuentros, los galardones no hubieran existido.

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