Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Entrevista

Bartomeu Veny: "El próximo organista de la Seu tendría que ser nombrado a dedo"

"No sé toda la verdad de lo del Obispo y su secretaria. Lo único que he hecho ha sido rezar por él" - "No me gusta que en la Seu haya ese arte (el de Barceló), es como si se pegara bofetadas con el resto"

Bartomeu Veny: "El próximo organista de la Seu tendría que ser nombrado a dedo"

-¿Por qué deja de ser organista de la Catedral?

-Porque me han jubilado y la jubilación comporta dejar el cargo. Ahora bien, estoy a disposición de la Seu, si me necesitan un día para tocar, allí estaré. De hecho me han vuelto a pedir que haga los conciertos del primer martes de cada mes, en la Catedral. El pasado día 3 ofrecí el que hace el número 130 de un ciclo que empezó en julio de 2002.

-¿Le duele este adiós?

-Sabía que iba a cumplir 75 años. Me jubilo y ya está. Concluye una etapa y comienza otra.

-¿Ningún sentimiento de tristeza?

-Más que tristeza, nostalgia.

-¿Qué ha significado para usted estar durante 23 años al frente del órgano de la Seu?

-Alegría. A través de la música he ayudado a hacer una alabanza a Dios, no solo yo tocando, también la gente que participa en las funciones.

-¿Deja uno de los mejores órganos históricos de Europa?

-No me atrevo a decir que el órgano de la Catedral sea el mejor de Europa. Es un buen órgano, completo, con el que pasas gusto al tocarlo, pero de ahí a que sea de los mejores...

-¿La música nos hace mejores personas?

-No sé si nos hace mejores personas, lo que sí hace es amansar a las fieras. La música, según como la interiorice una persona cristiana, acerca más a Dios. San Agustín dice que cantar es rezar dos veces. César Franck, cuando acababa la misa conventual, besaba el teclado en señal de gratitud, porque le habían dejado tocar, participar y alabar a Dios con la música.

-¿A la música le damos la importancia que merece?

-La música de órgano parece que está... no arrinconada sino que desempeña un segundo papel, por detrás de la orquesta o el piano. No obstante después de 16 años al frente del festival de la Seu he podido notar que el interés por la música organística ha aumentado. La primera edición reunió a 350 personas y los últimos cuatro años, todos los conciertos, salvo el primero, han reunido a un millar de espectadores.

-La crisis estuvo a punto de hacer desaparecer la Setmana d'Orgue Antoni Martorell. ¿Sucedió lo mismo con el festival de la Catedral?

-No. En cualquier caso ya dije que si me jubilaban yo no llevaría el festival de la Seu, y me han jubilado. Avisé: si me llevau ses popes no me doneu els ossos. El festival conlleva un esfuerzo inimaginable.

-¿A qué piensa dedicarse ahora con tanto tiempo libre?

-Seguiré como hasta ahora, estudiando música dos horas y media cada día. Si me salen conciertos tengo que estar preparado. No puedo tener los dedos oxidados.

-¿Qué compositor le ha marcado profundamente?

-Bach. Es el padre de la música, toca todos los temas que están sobre el pentagrama y lo que escribe está muy bien escrito. No ha habido otro como Bach y no creo que lo vaya a haber en el futuro.

-Usted es autor de una Fantasía para orquesta sinfónica y un Magnificat para orquesta de cámara, cuarteto de madera y viento y soprano, ambas estrenadas en el Auditòrium y publicadas por el Consell. ¿Tiene previsto continuar con la composición?

-Ya veremos, porque la composición es algo casi espontáneo. Viene cuando viene y a mí no me viene muy a menudo porque me dedico más a tocar.

-¿Qué llevó hasta los atriles?

-Yo nací en Sant Jaume. Mi padre fue 61 años escolà de Sant Jaume. Empecé a tocar el órgano a los 13 años con aquel instrumento, pese a que iba a clases de piano con Catalina Torrens, hija de Andreu Torrens, el gran músico mallorquín. A los quince años, el cónsul de Mónaco llevó hasta Sant Jaume a Grace Kelly y su pareja. Pidieron quién estaba tocando el órgano en aquel momento. "Aquel chico de quince años", le dijeron. No se lo podía creer.

-¿Cómo logró ser nombrado organista de la Seu?

-La primera vez que toqué en la Seu fue hace 26 años. Recuerdo esa fecha porque mi padre murió el 26 de noviembre y por diciembre, Guillem Fiol, el organista, se puso enfermo, por lo que tuve que sustituirle. Por desgracia, Fiol murió poco después, y yo ya ocupé su puesto, a petición del presidente y vicepresidente del Cabildo.

-¿Es consciente de que la plaza que deja vacante es codiciada?

-Supongo que lo es. Tienen que hacer un concurso y ya veremos quien entra. Espero que el mejor.

-¿Un concurso es la mejor opción?

-Yo tengo otra teoría: se podría haber escogido una persona y colocarla a dedo, tras una consulta con los músicos de la Seu.

-¿Qué le exige a un organista?

-Formación constante.

-Cuando toca en la Catedral lo hace para miles de turistas. ¿Ha conocido el miedo escénico?

-No, si te sabes las piezas, si las tienes preparadas, estás tranquilo aunque siempre tienes el corazón que te palpita un poco más rápido porque hay una responsabilidad y no puedes hacer cuatro tonterías delante de la gente.

-En las dos últimas décadas una intervención ha dado y da mucho que hablar en la Catedral: la de Miquel Barceló en la capilla del Santísimo. ¿Aplaude su trabajo?

-Sinceramente, no. No me gusta que en la Seu haya este estilo de arte que para mí, crea un contraste demasiado fuerte, es como si se pegara bofetadas con la Seu. No es que no me guste la obra de Barceló. Lo suyo, puesto en una iglesia moderna como cabecera, sí me parecería bien, pero no en la Seu.

-¿Mallorca también perderá sus órganos históricos, otro patrimonio olvidado?

-Yo no diría que ese patrimonio está en peligro. El problema es económico. No se puede arreglar primero el órgano y luego el tejado de la iglesia. Hay otras prioridades.

-¿El del Obispo y su secretaria fue un episodio chirriante?

-Como no sé toda la verdad, no puedo decir nada. Lo único que he hecho ha sido rezar por él, porque ha pasado momentos difíciles.

Compartir el artículo

stats