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Con ciencia

Movimientos

La tierra se mueve. No me refiero al hecho obvio obvio desde que creímos a Galileo de que nuestro planeta gira alrededor del sol a una velocidad inmensa sino a otros dos desplazamientos. El primero, el del eje de rotación del globo terrestre; el segundo, el movimiento que sufren las masas sólidas en su sube y baja y en su deriva que cambia la forma de los continentes. A menudo aparecen noticias sobre el hallazgo de fósiles insólitos: animales marinos en lo alto de las montañas; dinosaurios en latitudes muy frías en las que ningún reptil podría sobrevivir. Son los movimientos tectónicos los responsables de ese vaivén que, a escala humana, es imposible de detectar porque sigue una dimensión temporal geológica. Lo mismo sucede creía yo con las oscilaciones en el eje de rotación del planeta. Pero lo que yo no sabía es que uno y otro fenómeno, el de los movimientos del eje terrestre y las transferencias de masa sobre la superficie pueden estar relacionados a una escala temporal que se mide, por añadidura, en décadas.

Surendra Adhikari y Erik R. Ivins, investigadores del Jet Propulsion Laboratory en el CalTech (California Institute of Technology, Pasadena, Estados Unidos) han publicado en la revista Science un estudio que indica que el eje de rotación de nuestro planeta se ha movido de forma considerable desde el año 2000 de manera que, tomando como referencia la situación de la línea de los polos respecto del meridiano de Greenwich, ha habido un desplazamiento hacia el Este respecto de su orientación a largo plazo. De hecho, los autores sostienen que existen evidencias capaces de poner de manifiesto que en los últimos 115 años se han producido movimientos semejantes con una periodicidad aproximada en términos de décadas.

Lo más sorprendente (para mí) del trabajo de Adhikari e Ivins es que, analizando los datos geodésicos y gravimétricos proporcionados por los satélites, los autores han logrado establecer que la causa de ese movimiento del eje de los polos está en los cambios en el almacenamiento del agua con el transporte que se da entre los océanos y los continentes a escala global. Como la razón para que cambie la distribución de la masa del agua entre la tierra firme y los mares es de tipo climático un descenso de la temperatura del planeta lleva a que haya más hielo acumulado en los continentes, y al revés eso quiere decir que las fluctuaciones del clima influyen en el movimiento del eje de los polos. Habida cuenta de la rapidez con la que se producen los cambios climáticos, el efecto puede medirse en un tiempo del todo compatible con la percepción humana directa.

El asombro que me ha producido el trabajo de Adhikari e Ivins es muy grande. la preocupación, aún más. Porque hay otro factor de escala humana a considerar: somos los responsables en buena parte del cambio climático. Si Arquímedes pedía una palanca para mover la Tierra, a nosotros nos basta con el CO2.

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