El brindis más famoso de la historia de la música sin duda es el de La Traviata. El chinchín verdiano de anoche en el Teatre Principal fue majestuoso. Largas ovaciones y muchos bravos durante la función, sobre todo, a la gran protagonista de la noche, Violetta Valery, encarnada por la soprano canaria Raquel Lojendio, que simplemente bordó su difícil interpretación. Los 800 melómanos congregados en el estreno de la ópera de Verdi ya se lo iban reconociendo al final de arias como Sempre libera del primer acto o de Addio del passato de la parte final. Sin embargo, fue bajar el telón, salir a saludar y los amantes de la lírica allí reunidos aplaudieron con tanta intensidad que emocionaron a la soprano, que se arrodilló ante un Principal lleno hasta la bandera.

La construcción del personaje femenino principal es uno de los más difíciles de afrontar para la cuerda de soprano. Lojendio demostró que dominaba a la perfección la exigencia vocal flexible que exige el papel con una técnica depurada y una capacidad expresiva de primer orden. Es de los papeles más complicados de la historia de la ópera por su evolución vocal y dramática ya que la agilidad propia de una soprano ligera del primer acto evoluciona en la segunda parte a una voz que debe ser lo suficiente madura para afrontar un drama creciente, para acabar en el acto final con una Violetta en el fin de su vida y que necesita transmitir todo ese drama vocal. Estuvo brillante y el público se lo agradeció.

El Principal también brindó los papeles de los dos protagonistas masculinos: Alfredo Germont, el tenor de Inca José Manuel Sánchez, y su padre en la ficción Giorgio Germont, encarnado por Javier Franco. Hubo bravos al finalizar el aria del tenor De miei bollenti spiriti e igual de maravilloso estuvo el barítono coruñés en su Di provenza il mar. Al salir a saludar, intensos aplausos para las dos voces masculinas principales. Otro gran momento de la noche fue en el segundo acto cuando Giorgio Germont acude a la casa de campo y pide a Violetta que rompa la relación con su hijo. Aunque la máxima emoción llegó al final cuando la protagonista está en cama a punto de morir y el amor renace con la aparición de su amado. No hubo tiempo para la esperanza. Murió en brazos de Alfredo, lo que provocó alguna que otra lágrima en el patio de butacas.

Otro de los aclamados fue el maestro Pablo Mielgo, que anoche debutó en la XXX temporada operística del Principal como director musical de la ópera más representada del mundo. Su reto era encandilar a los melómanos con su versión. Ya lo decía en la presentación, "al ser una obra tan conocida todo el mundo tiene una versión en su cabeza y es todo un desafío hacer nuestra versión". Lo logró y el respetable se lo agradeció en forma de aplausos. Alabanzas también para su Orquestra Simfònica, que demostró que conocía a la perfección esta obra maestra de Verdi. La Traviata que anoche firmó Paco López como director escénico es una ópera en cuatro actos compuesta por Verdi con libreto de Francesco Maria Piave, que se basó en la versión teatral de la novela de Alexandre Dumas, La dama de las camelias. La versión estrenada ayer era una puesta en escena clásica ambientada en 1850. Espléndidas las voces del Cor del Teatre Principal dirigido por Pere Víctor Rado. La función también contó con el acompañamiento de la Banda de Música de Son Rapinya. Pero no se puede terminar esta crónica sin reconocer el trabajo de Jesús Ruiz en el diseño del vestuario y de la escenografía. Un montaje de categoría.