Prince fue uno de esos adelantados a su tiempo que, seguramente, mantendrá la vigencia de sus canciones en el año 2050, o así. “Yo soy un funky”, cantaba Prince. Esa es una gran conclusión, una evidencia de un músico que supo marcar otro paso sonoro. Hombre genial, multinstrumentista, excéntrico, productor y autor de canciones con un ritmo muy diferentes a todo lo oído hasta su aterrizaje en la escena.

No hay que ir muy allá para identificarlo. En sus súper éxitos están los ejemplos: “Kiss” (todavía con los “Revolution”), que ya dio una original “mano” rítmica; o “Purple Rain”, que ha sido una pieza inclasificable, mezcla de soul y pop, que se instaló con honores entre las más logradas de la historia del pop. Y, claro, luego, lo que no está en esas claves del súper hit que hizo de tan diversas maneras y con tan distintos nombres, sea un símbolo o sea un apodo “artístico”. En todo caso, siempre un innovador de la música. Como se le calificó nada más irrumpir en los escenarios: “El último genio del pop”.