Diario de Mallorca

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Crítica de música

Ayer, hoy, mañana

Ayer.- Una hora antes del inicio del concierto que comentamos, en la Sala Mozart del mismo edificio del Auditòrium de Palma, se había ofrecido un justo homenaje a los componentes de la Orquesta Sinfónica de Mallorca, creada en 1946 (hará setenta años en diciembre) y dada a conocer en enero del año siguiente.

La figura de Eaktai Ahn y la de otros muchos protagonistas salió a relucir durante la sesión previa al concierto en el que asistieron invitados algunos músicos que han sido instrumentistas de las dos formaciones, la antigua y la actual. Sin esa primera célula seguramente hoy no tendríamos esa orquesta profesional que debemos cuidar.

Hoy.- Después de unos años de incertidumbre, nuestra Simfònica está consolidada. No hay duda. Es el presente.

Pues esa formación que tan buenos momentos nos ha deparado recientemente, no estuvo a la altura a la que nos tienen acostumbrados. La dirección de Matthias Aeschbacher no acabó de seducir. Ni en la sinfonía ni en el acompañamiento del Concierto para violín. En Txaikovski tuvo algunos momentos interesantes, como el final de primer movimiento, que resultó realmente brillante, pero en el resto de la Sinfonía pecó de poco ágil. Se le notaba cierta pesadez y con un sonido poco equilibrado, debido a las pautas marcadas desde el podio, pues la afinación fue perfecta.

Mañana.- Hablar de mañana cuando nos referimos a Francisco García Fullana es hablar de proyectos y ascensión. Su futuro, de seguir como ahora, seguirá una exponencial. Sin duda. Cada vez que tenemos ocasión de escucharlo vemos cambios a mejor en su madurez como solista. Su posición, su manera de coger el arco, su fraseo, demuestran que además de técnica depurada, de musicalidad exquisita, además de todo eso hay inteligencia. El intérprete mallorquín tiene ese punto de genialidad que le permite ir compases por delante. Se nota que tiene en su cabeza y en sus dedos ese punto mágico que tienen los genios y que les hace llegar antes. Solamente así puede conseguir un sonido y un resultado como el del pasado jueves. Con un Sibelius desbordante y un Bach que más que propina fue deleite. No es por suerte que ha conseguido tener cedido un Stradivarius que utiliza en sus múltiples apariciones en público.

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