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Lucia Pietrelli: "El italiano es mi madre y el catalán es mi amante"

Lucia Pietrelli (Candelara, 1984) estudia literatura en Pisa, y conoce en Barcelona a "amigos mallorquines" que la atraen a Calonge hace cuatro años

Lucia Pietrelli, poeta y narradora laureada, llegada al catalán vía Blai Bonet. B. Ramon

-Para que se haga cargo del tipo de entrevista: “¿Es italiana o catalana?”

-Gracias a Dios podemos elegir lo que somos, y soy más catalana que italiana. El italiano es mi madre y el catalán es mi amante, al que he podido elegir.

-¿El verso ‘Fes-li l’amor a la vida’ es una orden?

-No me gusta dar órdenes. Escribo reflexiones de uso personal, que me dirijo a mí misma. A los demás, les sugiero. Tú escuchas o lees si quieres.

-Espero que sus respuestas sean más largas que sus versos en ‘V’.

-Trabajé de lectora de la editorial Alfaguara durante unos años, lo que más me dolía era anotar que “todo esto sobra”. De ahí mi obsesión por pulir, mi tentación de eliminar. Prefiero que me digan que “falta esto”.

-En el segundo verso de ‘V’ aparece la palabra “ganivet”.

-Empleo un campo semántico violento. He de agitar al lector, y la violencia verbal abre una herida donde se encuentra la paz. En mi lucha con el lenguaje me pongo violenta. Con el lenguaje, no con el lector.

-¿La mujer ejercería la misma violencia que el varón?

-Sí, estamos demasiado acostumbrados a mirar a las personas a través del filtro del sexo, que nos viene dado. No entiendo del todo el tema de las cuotas, el peligro de machismo y feminismo es caer en el maniqueísmo. En general, el poder no me gusta porque contamina. Cambia a las personas, lo he comprobado a mi alrededor.

-¿Italiano, castellano y catalán acabarán siendo un idioma único?

-Me gusta más preservar las diferencias, una proximidad con matices. Prefiero el sonido del castellano de Latinoamérica y del catalán de Mallorca.

-Un lector la acusó de escribir drogada.

-Era en un club de lectura, pero me lo dijo solo a mí. Le contesté, pero debí dejarle con la duda. Desafortunadamente, no se llega al otro mundo del que escribo a través de sustancias, pero ignoro si se le derrumbó un mito.

-¿Ama con la conciencia del fin del amor?

-Tengo la conciencia del fin porque me obsesiona el tiempo. No consigo estar fuera de él, y nos conduce antes o después al final. Pensar en el tiempo es una lucidez que no me puedo sacar de encima.

-¿Se desnudaría en una capilla?

-Ni en una capilla ni encima de un escenario. No me frena el lugar, sino tener un público, lo veo algo tan íntimo que ha de ser reservado. Ya me desnudo bastante escribiendo.

-Hilari de Cara la llama Alicia en el país de las maravillas.

-Me hizo ilusión, porque es un libro con muchas capas a pesar de Walt Disney, y mi personaje de cuento favorito. Me reconozco en que Alicia se hace grande o pequeña según lo que come, en el concepto de la caída en el agujero negro y de la maduración guiada.

-¿Cuándo dejará de ser “la joven poeta”?

-¿Esto sale el sábado? El viernes cumplo 32 años y ya empiezo a estar en el límite, aunque me encantaría invertir las cifras y volver a los 23. La edad es una manera rápida pero poco exacta de hablar.

-¿Es poeta o poetisa?

-Esto me es tan igual, la verdad. Internamente me llamo “poeta”, si he de elegir. Las luchas del lenguaje se abordan antes de solucionar problemas previos a si se dice “médico” o “médica”. Nos hace perder el objetivo real de que no haya diferencias de género. Prefiero mirar al futuro que recordar el pasado.

-Las ‘rondalles’ ya sedujeron a Jakobson o Coetzee.

-También a mí, como las mitologías y los cuentos populares. En las rondalles, los personajes dan rienda suelta a sus instintos de manera muy clara, lo cual en la literatura se edulcora y en la vida real sería imposible.

-¿Qué la atrajo de las ‘rondalles’?

-La libertad extrema de los personajes, en un mundo que intenta comprenderles antes que juzgarles. Son situaciones más heavies, no hay un juez encima. Hoy intentan frenarte.

-¿Protagonizar sus poemas es egolatría?

-Es la manera más natural de empezar. Notar el artificio en un escrito puede ser un defecto, me gusta partir de mí misma aunque el concepto que tengo de mi persona depende del día.

-La Mallorca literaria se agotó un siglo atrás.

-La Mallorca en general me pone un poco nerviosa por el ansia de quedar bien. Las cosas no son lo bastante directas. Se evita la crítica, que es un intercambio de opiniones. Esto sirve para la Mallorca literaria, donde cuesta salir de un círculo endogámico y que la gente se entere de lo que se hace. No solo es problema del público.

-”Todo se tendría que considerar siempre como póstumo”.

-Viene de que se da demasiada importancia a la constancia y la coherencia. Puedo contradecirme, a lo mejor mañana pienso diferente, y no tienes por ello derecho a atacarme.

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