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A tiro

Victimismo en la Conselleria

A veces, uno puede ser víctima de sus buenas intenciones iniciales y acabar en la cuneta si no encuentra la manera de ejecutarlas firmemente y de elaborar un relato convincente sobre las mismas. Cuando las frustraciones diarias te superan, estás como ausente, te encierras en ti mismo y acabas en tu torre de marfil levantando infranqueables muros dificultando la comunicación con los demás, está claro que no estás en la mejor posición para liderar nada. Cuando piensas que el infierno son los otros y tú una pobre víctima del mundo, estás en posición de debilidad.

Es posible que gran parte de esto le haya sucedido a Esperança Camps en los meses que ha pilotado la conselleria de Cultura y Transparencia. Y es algo que puede deducirse si se cruzan sus propias declaraciones del pasado viernes con las versiones de sus directores generales sobre el día a día en las dependencias del Palma Arena. La falta de autocrítica de la exconsellera -el único pero que se puso a sí misma fue el exceso de confianza en su propio equipo- y el torpedo que lanzó al Govern la dejaron bastante en evidencia, pero tampoco salieron indemnes la presidenta del Ejecutivo Francina Armengol o Més per Menorca. Todos han aportado su grano de arena a este desaguisado.

Las primeras quejas en la conselleria se produjeron antes de Navidad y se dirigieron contra la jefa de gabinete de Camps, Àngels Álvarez, quien al parecer no marcaba las directrices y las líneas políticas a seguir. Habitualmente, los jefes de gabinete suelen ser la correa de transmisión entre el partido (en este caso Més per Menorca) y el Govern. Es cierto que Álvarez es independiente como Camps (no tienen carné político), perfecto, pero quizá debería haber conocido mejor cuál era su cometido. Su labor es definida por muchos de los que trabajan allí "más de secretaria personal que de jefa de gabinete". Sin esas directrices y objetivos políticos, sin un plan estratégico, han trabajado durante todos estos meses los directores generales y demás altos cargos. Las reuniones poco operativas y la manera algo arbitraria de comunicarse con el equipo también han sido pasto de críticas. Una china en los zapatos de Camps ha sido el director general de Cultura, Jaume Gomila, a quien deseaba destituir.

¿Qué necesita ahora la conselleria de Cultura? A alguien con carisma, empático, comunicativo, una persona de prestigio que tenga una línea muy clara y que aporte ideas concretas. Una persona que sí intervenga en los consells de Govern y luche por más presupuesto. Para que éste le sea concedido, ha de tener en cuenta que va a tener que presentar proyectos específicos y bien definidos y elaborar un relato sólido, firme y convincente sobre su política cultural. ¿Hacía todo esto Esperança Camps? Un poco de autocrítica.

ArtPalma Brunch sin instituciones. Como lo oyen. Los galeristas han decidido que el programa oficial lo van a protagonizar al cien por cien sus espacios privados y por ello no aparecen los centros y museos públicos en el folleto. De hecho, la exposición de Guillem Nadal en el Solleric abre sus puertas dos días antes del Brunch. ¿Qué está pasando? No hay demasiada sintonía entre los nuevos responsables de las instituciones y el sector galerístico. Y éste empieza a estar cansado de regalarle eventos a los políticos, cada vez con menos proyectos en sus hojas de ruta. En esta nueva decisión y rumbo del Brunch, también subyace la intención de controlar y contener este tipo de acontecimientos para que no desemboquen en una verbena, mañaneo, vermuteo o tardeo con el arte contemporáneo como atrezzo.

El nuevo programa cultural de IB3 TV se llama Els Entusiastes. Se estrenará antes de Navidad. Lo hará Joan Bover (Vic, Barcelona, 1980) de Far Visuals.

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