Por azar, no infrecuente en el show business, dos cineastas se han fijado en un mismo personaje real y estrenan sus películas casi al mismo tiempo. La versión más 'oficial', Florence Foster Jenkins, está dirigida por Stephen Frears y se estrenará dentro de unas semanas. El francés Xavier Gianoli se adelanta con una versión más libre, cambiando el nombre de la protagonista (Marguerite Dumont, homenaje a los hermanos Marx) y trasladándola a París.
El motivo del interés es que la mujer, en los años 20 del siglo pasado, vivió una tragicomedia en primera persona. Mujer muy rica, se obsesionó con ser una soprano de ópera y le faltó inteligencia para darse cuenta de que tenía unos recursos vocales extremadamente limitados, al borde de lo patético. El guión de Gianoli está afinadísimo. Es una tragicomedia bien vallada. En su faceta cómica la protagonista es un alma cándida, recuerda levemente al bonachón de La cena de los idiotas. En su faceta trágica, su bloqueo mental tiene alguna similitud con Gloria Swanson en El crepúsculo de los dioses. Rodean a la voluntariosa cantante un séquito variado pero bien encolado, su noble, aprovechado y sufrido marido; el sorprendente mayordomo (un sensible bigardo africano); los jóvenes literatos vanguardistas; y la tropa teatral, Todd Browning con un punto de cocción.
El guión logra sorprender casi todo el tiempo, tiene momentos hilarantes (la primera audición con el profesor de canto) y se arropa con unas acertadas tramas secundarias. La dirección, la banda sonora no operística y las actuaciones, todas, mantienen la finura del conjunto. Evita el chiste y la lágrima fácil, profundiza sin espesarse, entretiene y hace reflexionar.
Madame Marguerite
Francia, chequia 126 min.
Director: Xavier Gianoli
Actores: Catherine Frot, Andre Marcon, Michel Fau, Denis Mpunga
Cines: CineCiutat, Augusta
