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Entrevista

Luis Eduardo Aute: "Mejor un gobierno en funciones porque así funcionan las cosas"

"El mundo que nos ha tocado vivir es absolutamente invivible, injusto y, sobre todo, feo"

Luis Eduardo Aute, en una imagen reciente.

-¿Palma siempre le ha sido fiel?

-En Palma siempre me han ido muy bien los conciertos, me he sentido muy cómodo y la gente me ha comunicado mucho calorcito.

-¿Qué nos tiene preparado?

-Un concierto antológico, una selección de las canciones más significativas y conocidas que he escrito a lo largo de estos 50 años, desde que grabé mi primer disco, en 1966. Tengo más de 400 canciones pero no las cantaré todas.

-¿Cómo ha logrado la selección definitiva?

-La selección no la he hecho yo porque me sentía absolutamente incapaz. Les pedí a unos amigos que me hicieran unas listas y a partir de ahí realicé una criba de la que quedaron finalmente 33 canciones.

-El concierto irá precedido de la proyección de su última película.

-Es un mediometraje de unos 30 minutos, Vincent y el Giraluna. Son dibujos míos en animación, hechos a lápiz, muy elaborados. No son dibujos animados porque no tienen nada que ver con Pixar ni Disney. Es un trabajo muy primitivo, dibujo a dibujo. Esta película está en un dvd que aparece junto al cedé Giralunas, el disco-homenaje que me hicieron los cachorros de la música [entre otros, Andrés Suárez, Depedro, Els Amics de les Arts, Estopa, Leiva, Miguel Poveda, Natalia Lafourcade, Rozalén, Rubén Pozo, Soleá Morente, Vanesa Martín y Xoel López]. Entre concierto y película, serán tres horas, así que aviso a fumadores: vayan bien fumados.

-¿Le emocionó ese tributo?

-Sí. Yo no tuve nada que ver porque fue un proyecto de la compañía [Sony] con los invitados. Yo les pedí dos condiciones: primero, que quienes estuvieran en el disco fueran de verdad músicos con algún afecto por mis canciones, no quería un disco de márketing; y la otra era que cada uno eligiera la canción que quisiera y la destruyera por completo para rehacerla a su modo y manera. El resultado me gusta mucho. Me han refrescado las canciones y he descubierto nuevas sonoridades que me han aportado muchos nuevos puntos de vista.

-¿La música le sigue sorprendiendo?

-En este caso, sí. Por ejemplo, la versión de Poveda, Prefiero amar, jamás pensé que esa canción se pudiera llevar al flamenco. O incluso Slowly, la manera con la que la tratan Leiva y Natalia Lafourcade, es otra canción. Esas miradas nuevas son muy a tener en cuenta. Sigo descubriendo cosas en la música y espero seguir descubriéndolas porque en el momento en que se te va la curiosidad eres más un zombi que un ser humano. Intento mantener la curiosidad y deslumbrarme, aunque cada vez me ocurre menos.

-En su película Vincent y el Giraluna hay todo un mundo de sueños. ¿Con qué sueña Aute?

-Particularmente, con tener 20 años. Me encantaría no tener la edad que tengo [72] porque evidentemente me queda mucho menos tiempo en este planeta, que por un lado me espanta y por otro resulta bellísimo. También sueño con un mundo absolutamente imposible, donde se tenga en valor la inteligencia, la generosidad, la educación y en el que las humanidades tengan prevalencia a los intereses de los mercados. Este mundo que nos ha tocado vivir es absolutamente invivible, injusto y, sobre todo, feo.

-¿Esta España sin gobierno le produce pesadillas?

-Qué va, me produce alivio. Mejor que el gobierno esté en funciones, porque así funcionan las cosas. Cuanto menos intervenga, mejor.

-Dice que le gustaría volver a tener 20 años. ¿El niño Aute sigue ahí o desapareció?

-Se resiste a desaparecer. Ahí está incordiando. Intento prescindir de él para intentar sobrevivir en esta jungla pero el niño aún anda por ahí diciendo "no acabes de matarme".

-Su gira lleva el subtítulo De la luz y la sombra. ¿En su carrera también ha habido sombras?

-Y muchas, como en la vida de cualquiera. El que esté libre de sombras que tire la primera luz. Uno intenta evitar las sombras y quedarse lo más próximo a la luz para no tener malos recuerdos.

-Son muchos los músicos que le tienen a usted como referente. ¿Quiénes fueron o son los suyos?

-En la vida, mi padre, un referente imprescindible. En la pintura, desde Goya a Bacon, pasando por los surrealistas, expresionistas y muchos otros pintores...

-¿Barceló?

-He estado en su estudio de París y estuvimos metidos en un proyecto que finalmente no se llevó a cabo. Es un pintor potente con una enorme personalidad, el más interesante de su generación. Barceló es un creador de imágenes, con una mirada muy especial, que convierte todo lo que toca en un barceló.

-Continúe.

-También lo fue la ópera, mi alimento durante mi juventud. Y de la música popular, el descubrimiento de la canción francesa fue fundamental: Brel, Brassens, Ferré... Con ellos descubrí que la canción podía tener la misma dignidad que la poesía. También me influyeron Atahualpa Yupanqui, por su minimalismo y hondura; los Beatles, con Lennon por encima del resto; y Dylan, cuyas primeras canciones me impactaron mucho. Me sorprendió que un americano hiciera surrealismo con unas letras muy largas y unas canciones muy simples, con cuatro acordes y una voz impresentable. Dije, "si este tipo hace esto, yo también me atrevo".

-¿Qué recuerdos guarda del inicio de su viaje musical?

-Que de repente me encontré metido en un estudio gigantesco para poner voz a unos playbacks que me había hecho Juan Carlos Calderón de mis primeras canciones. Me sentí como un pez en el desierto. En aquellos años yo estaba muy dedicado a la pintura y por una serie de circunstancias me pusieron ahí a grabar. Me sentí muy extraño en un mundo que no tenía nada que ver con el mío. Y me sigo sintiendo extraño. No me siento ubicado en este tinglado. Escribo canciones y doy conciertos pero no me considero un profesional de la canción popular. Cuando era pequeño jamás pensé que iba a escribir canciones y subirme a los escenarios. A mí no me gustan los focos, intento evitarlos. Era lo último que pensaba que iba a hacer, pero la vida hace unos zig zags muy extraños y aquí estoy.

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