Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Ramon Gener

"Ver 'El grito' de Munch es escuchar 'Salomé' de Strauss"

"Dejé de cantar porque no estaba contento de cómo lo hacía; quería ser Messi y vi que eso no iba a ser posible"

Ramon Gener, ayer, en el escenario de la Sala Gran del Teatre Principal. guillem bosch

Ramon Gener manipula su portátil desde el escenario del Principal. Comprueba que la presentación de Salomé que lleva preparada funciona en la pantalla. Porta un micro de oreja y actitud de conferenciante de pujante universidad americana. Aire fresco. "Como es una ópera que no se ha hecho nunca en Palma, estoy muy contento de poder explicar a la gente de Mallorca lo que significa Strauss, uno de los seis o siete autores más fundamentales de la historia de la lírica seguramente", comienza el director del programa This is Opera, que se ha emitido o está en antena en Italia, Portugal, Alemania, Austria, Letonia o Australia.

"Lo que pasa antes de Strauss es Wagner. Éste tensó el romanticismo hasta lo máximo. Llevó la música a un lugar que parecía que ya no podía ir a más", sostiene. Pero la historia iba a dar dos compositores que tensarían aún más la cuerda: Schoenberg y Strauss. A principios del XX, a punto de estallar la I Guerra Mundial, comenzaron a producirse multitud de movimientos y lenguajes artísticos distintos. "Apareció Kandinsky, los pintores expresionistas, El grito de Munch... En el arte empezó a interesar el intento de expresar lo que el artista tiene dentro, expresar más la visión del artista que la realidad objetiva", comenta Gener. Ahí hay que situar a Schoenberg y a Strauss. "Intentaron hacer música expresionista, música que deformara la realidad, que intentara explicar cuál es la realidad del compositor. Tensando aún más lo que Wagner había hecho", continúa el divulgador catalán.

Strauss compuso Salomé y Elektra, dos obras esencialmente expresionistas. "Ver El grito de Munch es escuchar Salomé. Lo primero que voy a hacer en la conferencia es sacar este cuadro", advierte. Después de hacer estas dos óperas, tanto Strauss como Schoenberg se encontraron en una encrucijada: ya no pudieron seguir tensando más ese expresionismo. La música se precipitaba hacia la destrucción total. "Entonces sucedieron dos cosas: Schoenberg tomó el camino de la música dodecafónica, inventó un nuevo sistema, y Strauss decidió ir hacia atrás. Y se fue al neoclasicismo. Su siguiente ópera es El caballero de la rosa, que es volver a los tiempos de Mozart", refiere Gener.

Salomé es erotismo, sexo, muerte, pedofilia, necrofilia. "Pedofilia en el sentido de que Herodes lo que desea sexualmente es a esa niña. Y necrofilia la hay en la última escena, cuando ella hace el amor con la cabeza de Jokanaan, y se arrastra por el escenario con ella y se llena de sangre. Es una escena gore", explica. Una moda que coincidía con los rudimentos del cine, que comenzó con espectáculos de guiñol en los que se mostraban monstruos, sangre y decapitaciones. "Todas estas historias eran las que llenaban de morbo a la gente. Lo que pasa es que llevar esto al teatro fue un paso más. Y la obra estuvo prohibida en muchas salas durante mucho tiempo. Era una obra muy chocante y sigue siéndolo", considera.

Tras observar que siempre se explica y divulga la ópera desde dentro, aceptó el reto de hablar de lírica en televisión, "pero con la condición de hacerlo para la gente que no va a la ópera". Sobre todo se trataba de abrir una puerta, de salir afuera, donde están los demás, y explicarles -también desde fuera y no con los términos especializados del mundillo- la ópera. Para hacerlo optó por seguir el método de uno de sus autores de cabecera, Bernstein. "Él habla de transversalidad. Si tú quieres explicar A tienes que hacerlo explicando B. Tienes que ir a otro lado y referirte a otra cosa que todo el mundo pueda entender", señala.

A Gener le encanta la televisión, pero es "tremendísimamente obsesivo y perfeccionista", y el medio catódico es un ejercicio constante de renuncia. "Tienes diez mil millones de cosas para decir y 50 minutos", apunta. "Y transmitir más de cuatro ideas es imposible en un programa". Es una frustración que se repite cuando pronuncia conferencias. Su perfeccionismo fue también detonante para que abandonara su carrera de barítono. "Dejé de cantar porque yo no estaba contento de cómo lo hacía. Yo quería ser Messi y me di cuenta un día de que eso no iba a ser posible. Que iba a jugar en el Mallorca con todos mis respetos. O en el Rayo Vallecano. Y que no iba a jugar en el Barça y que no iba a marcar un hat-trick en la final de la Champions", confiesa. Fue un ejercicio de sinceridad muy difícil. "Sobre todo cuando toda tu vida lo que has querido es cantar. Porque no existe nada mejor en el mundo que cantar. No se puede vivir sin cantar", asegura. "Cuando lo dejé me sentí muy triste pero también aliviado", concede. "Con esta vía de ahora me lo paso muy bien. Antes de salir a cantar lo pasaba muy mal, haciendo pruebas de dónde tenía la voz, etc. Ahora tengo unas ganas locas de que llegue cada conferencia, subirme al estrado, compartir cosas con la gente. Al final la música me ha dado la oportunidad de ganarme la vida pero haciendo otra cosa", agradece.

Nuevo programa en 2017

Gener avanza que no habrá por decisión propia tercera temporada de This is Opera. "Quiero hacer otro tipo de programa, donde también entre la pintura, el pensamiento y por supuesto la música y la ópera", señala. Hasta julio, tiene la agenda repleta de conferencias y en otoño le espera la promoción de su segundo libro. En los ratos libres, preparará los guiones del nuevo formato que está cocinando y que se pondrá a rodar en 2017.

Cada vez que se estrena una ópera contemporánea, va a verla. "Lo que pasa con la ópera es que todo se estropeó cuando se inventó el micrófono", sostiene. A principios del XX, empezó a haber mucha información, era más fácil ir de un lugar a otro, y empezaron a surgir varias cosas: la música fauvista, la música impresionista, la expresionista, la dodecafónica, el neoclasicismo... Paralelamente se creó el micrófono. "Ya no hizo falta tener voz para cantar, sólo afinar. El canto se puso al alcance de todo el mundo", explica. Tras las vanguardias, explotó la música pop, "que es fantástica y maravillosa", y llegó el jazz y el rock, "que me encantan", confiesa. "Pero la ópera y la mal llamada música clásica quedó como un medio de expresión más marginal. Porque hoy día, ¿cómo haces una ópera? Es complicado. Strauss y Schoenberg ya llegaron al final de la cadena. Después del acorde Tristán de Wagner y del acorde Elektra de Strauss, ya está, no hay más evolución musical posible", concluye.

Compartir el artículo

stats