Conmemorando el séptimo centenario de la muerte de Ramon Llull, la Biblioteca Nacional de España le rinde homenaje con una exposición que abrió ayer sus puertas al público y que refleja la figura del literato a través de una de sus mayores inquietudes: la palabra escrita, única forma de perdurar en el tiempo, de ser eterno. La muestra recupera algunas de sus obras más importantes, como el Árbol de la ciencia, que marcaron un hito en el saber enciclopédico, y recorre, además, la pervivencia en la historia de esta palabra escrita, cómo fue entendida y cómo, en ocasiones, tergiversada. El comisario de la exposición es Antoni Bordoy Fernández, de la Universitat de les Illes Balears. Al acto de inauguración acudieron el obispo de Mallorca, Javier Salinas; y el vicepresidente del Consell, Francesc Miralles.

Los libros que se presentan en esta exposición constituyen un ejemplo del carácter, la vida y el pensamiento de este personaje, así como de la impronta que dejó a lo largo de la historia. En la primera vitrina puede observarse el resumen de lo que fueron esta vida y obra: su biografía, el catálogo de todas sus obras, su definición como místico y predicador; la obra más importante para la tradición posterior, el Árbol de la ciencia; obras científicas; obra de contemplación, su producción religiosa; su escritura novelesca; y, en fin, donde yacen sus huesos.

La segunda sección se ocupa de una de las partes más relevantes de su pensamiento, la mística, el estudio de Dios a partir de las diferentes religiones, la cuestión del nacimiento inmaculado de la Virgen, sus obras en torno a la contemplación y sus doctrinas sobre el amor místico.

La tercera está dedicada al resultado más importante de su trabajo, el Arte, y contiene sus escritos sobre este campo, la Lógica y los modos de adquisición del conocimiento para todas y cada una de las ciencias.

La cuarta contiene dos aspectos de su filosofía que han tenido un fuerte impacto en la tradición: por un lado, la medicina desarrollada a partir del pensamiento luliano; de otro, las tradiciones apócrifas alquímicas, que buscaban encontrar un elixir que curase todo mal.

Finalmente, la quinta parte ofrece una muestra de lo que ha sucedido con el lulismo a lo largo de la historia: las prohibiciones a su culto; sus defensas; la creación de un Estudio General Luliano y de la posterior Universidad Luliana de Mallorca.

Conversión de los infieles

Llull (1232-1315/6) fue un polifacético personaje que abordó casi todos los temas que, en el siglo XIII, conformaban el acervo cultural europeo, desde la Teología hasta la Medicina, pasando por la Filosofía, la Ética, las Matemáticas, la Astronomía y todas las ciencias. Sin embargo, a diferencia de los grandes autores de la época, su objetivo siempre fue eminentemente práctico: lograr la conversión de los infieles (musulmanes, judíos y tártaros) para, con ello, lograr la creación de una comunidad universal regida por el cristianismo. Perspicaz y conocedor, por su pasado, de que un proyecto tal no podía conseguirse sin el apoyo de las instituciones, tanto civiles como eclesiásticas, ya desde sus orígenes interpeló a papas, reyes y autoridades

para obtener apoyo material, permisos e implicaciones. Con el tiempo, sin embargo, se dio cuenta de que la cristiandad no podía lograr tal objetivo si no se mantenía unida, no sólo en lo político, sino también en cuanto a sus ideas. Por este motivo, buscó explicar sus doctrinas en universidades, en especial la de París, no siempre con los resultados esperados.

Propuso entonces una reforma de la ciencia y de la doctrina, así como la erradicación de las formas de pensamiento peligrosas o contrarias a dicha unidad, tales como el averroísmo. Al final de su vida, tomó consciencia de la imposibilidad de concluir un proyecto de tal magnitud, y buscó discípulos y la forma de hacer perdurar su obra.

Se ocupó de copiar y difundir sus escritos, de crear bibliotecas y de dejar, tras su muerte, fondos suficientes para que sus ideas siguieran expandiéndose. Predicó con el ejemplo: por tres veces, a pesar de sus crisis internas, fue a tierras africanas a convertir, lo que le costó insultos, arrestos, ser vendido como un esclavo y, según cuenta la leyenda, la muerte.

El mejor libro del mundo

En todo este proceso, siempre tuvo presente un hecho: la única forma de que sus ideas se expandiesen, perdurasen y llegaran a todos aquellos que podían o dar apoyo o continuar su obra, era el libro. La Vida coetánea, su biografía más completa de la época, cuenta cómo, precisamente, el libro se incluye como el segundo de los tres objetivos vitales: escribir un libro, el mejor del mundo, contra los errores de los infieles. Ese libro se concretó en el Arte abreviada de encontrar la verdad (1274), en la que aparecía por primera vez el "método" o la forma de construir un sistema para la conversión pues, quien conoce esa verdad, no puede creer en otra cosa. Sin embargo, al final de su vida, el Arte se había modificado en diversas ocasiones y presentado en dos formas distintas (los modelos cuaternario y ternario) y los libros que había escrito no fueron uno, ni diez, ni veinte, sino en torno a doscientos títulos diferentes que abordan infinidad de temáticas.

En realidad, la inteligencia de Llull era tal que comprendió un hecho clave: para que el libro tuviera efecto, debía estar escrito con la forma y la lengua necesarias para que el lector potencial lo entendiese. Por ello, entre sus obras no sólo aparecen tratados, sino también novelas, diálogos, poemas, peticiones, escritas en catalán, latín o árabe, según fuese necesario, pero también mandadas a traducir entre estas lenguas para facilitar su difusión.