Guillem Reynés i Font (Palma, 1877-1918) forma parte de la estirpe de intelectuales que en su juventud ya manifestaron el conjunto de ideas que iban a acompañarles durante el resto de su vida. Así lo sostiene su nieto Guillem Reynés i Muntaner, quien a partir del estudio de más de 300 cartas del arquitecto mallorquín dirigidas a su familia ha podido rastrear en sus años universitarios el pensamiento regionalista, "tanto a nivel político, cultural y arquitectónico", que tanto le caracterizó. "Hallé en esta etapa de juventud [que comprende entre 1894-1905] algunas actuaciones muy coherentes con su posterior proceder adulto", sostiene el nieto, que acaba de publicar Un estudiant d'arquitectura retrobat. Guillem Reynés i Font. Por ejemplo, pronunció en la congregación mariana de Madrid una conferencia en la que se declaraba claramente regionalista, contrario a la supresión de los fueros de las comunidades históricas y partidario de la lengua propia del territorio. En este sentido, su nieto -también arquitecto- señala que esas mismas ideas son las que propugnó en la ponencia que presentó en 1906 en el I Congrés Internacional de la Llengua Catalana. Y recuerda, asimismo, que años después su abuelo fue propuesto como candidato para el Centro Regionalista de Mallorca presidido por Guillem Forteza. La influencia que recibió de Vicente Lampérez en la Escuela de Arquitectura de Madrid (a donde se fue a estudiar en 1899 previo paso por Barcelona) le condujo a posicionarse del lado del Regionalismo arquitectónico. No en balde, Reynés fue quien descorchó este movimiento en Mallorca con la reforma de Can Gallard del Canyar (actual Museu Juan March) y la construcción de una villa en Sa Torre Cega en la costa de Capdepera, ambas promovidas por el financiero de Santa Margalida.

En una época inicial, el arquitecto -que trabajó para la diputación y la diócesis- optó por el Modernismo, posiblemente a causa de la influencia de algunos profesores de la Escuela de Barcelona, como Lluís Doménech i Montaner, y sobre todo por los contactos con Antoni Gaudí. En Lluc, donde trabajó con el arquitecto catalán, se encargó de levantar los monumentos del Rosari.

En las cartas analizadas en el volumen que se presenta mañana, a las 19 horas, en el Col·legi d'Arquitectes, el nieto también ha analizado cómo era la vida de un estudiante a finales del XIX y principios del XX. "Mi abuelo iba mucho al teatro y con otros alumnos iban a Castilla a visitar monumentos", desvela. "También se escribía postales en esperanto con otras personas que vivían en Europa. Incluso relata en alguna carta las manifestaciones estudiantiles que hubo en Barcelona por la Guerra de Cuba", concluye Reynés i Muntaner.

*El libro

Un estudiant d´arquitectura retrobat, Guillem Reynés i Font

Guillem Reynés i Muntaner

Edicions Documenta Balear