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Literatura

Homenaje a Llorenç Moyà, combatiente de la palabra

El Ayuntamiento de Binissalem recordará este año a uno de los autores mallorquines más importantes de la posguerra con un programa de conferencias, lecturas poéticas, conciertos o representaciones teatrales

El escritor mallorquín Llorenç Moyà.

Mallorca recordará durante los próximos 12 meses la obra de Llorenç Moyà desde diferentes flancos: el perfil humano, el literario, el de proteccionista del patrimonio y también el de dinamizador de la Festa des Vermar. El Ayuntamiento de Binissalem prepara un año de actividades para conmemorar los cien años del nacimiento del autor de l’Adoració dels tres Reis d’Orient, tradicional montaje representado el pasado miércoles en Ses Voltes de Palma y en el teatro binissalemer.

El Any Moyà, coordinado por la historiadora del arte Maria Coll a petición del Consistorio de Binissalem, avanzó que el programa de actividades comprenderá conferencias, mesas redondas, lecturas poéticas, actividades relacionadas con el vino o conciertos, como el que musicó Baltasar Bibiloni de la obra La posada de la núvia, una actuación que está por cerrar.

Comenta Coll que Moyà fue un gran defensor del patrimonio. “Siempre glosó Can Gelabert, que sale en su obra, y también impulsó la declaración del centro de Binissalem como conjunto histórico-artístico, una protección que se consiguió en 1983, dos años después de su muerte”, detalla. También escribió una pequeña historia del municipio que sigue siendo un referente bibliográfico. A fin de poner en valor esta faceta patrimonial, el Ayuntamiento hará público un conjunto de itinerarios y visitas guiadas que seguramente correrán a cargo de los historiadores Aina Pascual y Jaume Llabrés.

El calendario final de actos se cerrará y hará público en las próximas semanas. De momento, se ha confirmado la presentación de dos libros del escritor y colaborador de este diario Felip Munar. Los títulos: El vi i la cultura popular. Vermar a Mallorca y Els glosadors de picat a Mallorca. Hay que recordar que Moyà publicaba sus Gloses d’un xafarder en la prensa local de la época. En marzo se han previsto dos conferencias y en abril se celebrarán actividades especiales y monográficos sobre el autor en la Fira del Llibre del municipio.

Otros actos sobre los que se está trabajando son la representación de Polifem, a cargo de Taula Rodona, agrupación dirigida por Bernat Pujol, la producción de un documental o una muestra itinerante sobre su teatro.

Comenta el escritor y articulista de este periódico, Gabriel Janer Manila, pregonero el pasado jueves del Any Moyà, que a pesar de haber dejado dos obras muy populares representadas en la calle como la Adoració y el Via Crucis, hay una parte de su obra literaria que es muy desconocida: “Por ejemplo, poemarios o entremeses cómicos muy graciosos”, desvela.

Para Janer, Moyà fue uno de los grandes poetas mallorquines de la década del 50 junto a Josep Maria Llompart, Vidal Alcover y Blai Bonet. “Empezó como poeta de la Escola Mallorquina, en la senda de Llorenç Riber o Maria Antònia Salvà”, señala el colaborador de este diario. “Y poco a poco fue elaborando un estilo personal, nuevo, con una poesía al principio muy barroca, con retorcimientos lingüísticos impresionantes que evidencian un gran dominio del idioma en todos sus matices”, continúa. No en vano, Llompart le definió como “un orfebre que trata de sacar brillo a un diamante”. En una etapa posterior, el barroquismo fue palideciendo en su beneficio para convertirse en un gran poeta. “Los años 50 fueron la gran época de su poesía”, considera Janer. “También escribió el poemario Hispania Citerior, que estuvo durante muchos años prohibido por la censura. Contenía versos con una dimensión política extraordinaria”, agrega. Porque Moyà “fue un luchador de las libertades sociales desde la palabra”, refiere. “Estuvo muy comprometido en la lucha contra el franquismo, pero siempre desde el comedimiento”, prosigue Janer.

“Luchó contra la opresión y la pobreza, y la dictadura está muy presente en su obra literaria, algunas veces de manera violenta”, observa. “También luchó por la lengua y la literatura propias, es decir, las catalanas”, agrega. “Y era un enamorado de Binissalem: construyó todo un mito en torno a su pueblo, al que llamaba Robines”.

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