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Entrevista

Bernat Molina: "Joan Bibiloni es muy valiente, se lanza a la piscina de lleno y juega sin ponerse trabas"

Lina Mira, Joan Bibiloni, Joan M. Vadell y A. Palomo. albert simón

-Deliri d'una Nit d'estiu se estrenó en 2014, ¿se han introducido cambios en el montaje desde entonces?

-El gran cambio es el entorno y eso aunque parezca poco, afecta a la obra entera. Cuando se eligió homenajear a Shakespeare en la segunda edición del ciclo Jardí desolat, yo elegí Sueño de una noche de verano como fuente de inspiración porque la trama se desarrolla en un bosque y así podía aprovechar el marco natural del jardín de Can Alcover. La obra se ideó para representarse en ese espacio. A la hora de adaptarla a un escenario de interior me encontré con un obstáculo: me había cautivado tanto la magia del jardín que verla en una cámara de cortinas negras me parecía pobre. Crear un bosque de cartón piedra me parecía peligroso ya que podía caer en el mal gusto. La propuesta por la que hemos optado es crear un espacio onírico, y apoyarnos más en el "sueño" que le da título a la obra de Shakespeare (el "delirio").

-La obra ha sido recibida con los elogios de la crítica. ¿Dónde reside la fuerza de este espectáculo?

-Está basada en un guión fabuloso que no tiene caducidad y cuenta con un reparto de lujo. Tenemos un equipo fantástico de caras muy televisivas como Joan Bibiloni, Lina Mira, Joan Manel Vadell, Alexandra Palomo y Rafel Fiol, que no es tan conocido pero que tiene un montón de talento. Curiosamente cada vez que dirijo algo suelen salir los calificativos de original y delirante (por eso elegí esa palabra para el título). También se suele decir que tengo un estilo muy personal. Me gustaría pensar que mi estilo conecta con la gente.

-¿A Shakespeare se le puede tocar?

-Cuando etiqueté la obra de "fiel al original" fue durante la promoción del ciclo El jardí desolat, cuando Shakespeare se usó como plataforma para crear propuestas nuevas basadas en sus obras. De allí salieron varios montajes escritos a partir de obras de autor inglés y otros como Deliri d'una nit d'estiu en la que, con sus numerosos cortes de escenas y personajes, el texto que se usa proviene totalmente del original y por comparativa con las otras propuestas era bastante fiel. Sin embargo no lo es tanto. Shakespeare es maravilloso, pero hay muchos autores que también los son. Darle el calificativo de intocable sólo a él me parecería injusto. Yo siempre siento que debo respetar al autor, quizá porque como autor me gusta que me respeten. Cuando escribo tengo mucho cuidado. Elijo las palabras, los momentos, los silencios. Puedo aceptar cortes, pero no acepto muy bien los cambios, ni de vocabulario y mucho menos de trama. Considero que cuando eliges una obra la eliges por lo que es y luego le das tu toque y haces tu versión, con tu firma. No entiendo que elijas una obra pero quieras reescribir escenas porque no te gusta como las dejó el autor, sea Shakespeare o alguien menos apreciado, o porque consideras que tu final es mejor o más comercial. El reto está precisamente en hacer que lo que escribió el autor funcione. Otra cosa es anunciar la obra como "inspirada en", pero creo que en ese caso hay que cambiarle el título. Llamar a nuestra obra Somni d'una nit d'estiu hubiese sido hacer trampa.

-¿Cómo se dirige a un grande de la escena como Joan Bibiloni?

-Pues con mucha facilidad porque ha sido un regalo poder hacerlo. Es un súper profesional. Aporta su visión, pero también ha escuchado la mía, del mismo modo que yo he escuchado los consejos de su experiencia. Ha sido un placer trabajar con él ya que no sólo es un gran actor, también es un actor muy valiente. Se lanza a la piscina de lleno, crea y juega sin ponerse trabas y lo que sale es siempre muy interesante. Me ha hecho reir muchísimo en los ensayos y me he sentido muy apoyado y valorado. Espero trabajar con él en muchas más ocasiones.

-¿Qué teatro le interesa?

-Soy muy buen público, me gustan géneros y estilos muy variados. Desde un musical ñoño a un dramón clásico, pasando por teatro gestual o del absurdo. Me encanta ver teatro y cuanto más diferente sea una producción de la otra más me enamora. Si me cuentan algo muy interesante o bonito o me lo cuentan de una manera muy interesante o bonita me cautivan. Si me lo creo soy así de facilón.

-La obra llega al Principal. ¿Qué rumbo debe tomar el teatro de referencia de la isla?

-Yo me formé en Inglaterra y allí el teatro se concibe de otra manera. Es un negocio que cuesta dinero pero crea más dinero. No entiendo por qué aquí se concibe de otra forma. El teatro debería ser autosuficiente y el Principal debería tener las herramientas para conseguirlo. Debe formar un equipo muy activo, muy trabajador y sobre todo que ame la profesión. No se trata de repartir un dinero público entre varios proyectos que pueden funcionar o no para mantener al sector artístico entretenido y callado. Se trata de hacer que los proyectos funcionen y que sea la taquilla la que pague la producción. Han conseguido que la temporada de ópera funcione. ¿Por qué no puede hacerse lo mismo con el teatro? Este año vi Rinoceront, una maravilla dirigida por Joan Fullana en la Sala Gran y con un montaje a la par, pero en la sala no había ni un tercio de butacas ocupadas. No dejé de alabarla y recomendarla y la gente me preguntaba: "¿Y cuándo la hacían? ¿Dónde? ¿Por qué no me he enterado?... Creo que falta marketing. Una producción con un presupuesto digno pero sin publicidad está destinada al fracaso porque los que nos molestamos en leer la cartelera o entrar en la web del teatro no somos suficientes para llenar la sala grande. Puedo pecar de ingenuo, no comprendo mucho la burocracia, pero si el Principal es público e IB3, por ejemplo, también. ¿Por qué no se emite publicidad de su programación? No lo entiendo. Se debe apostar también por la calidad. El programa puede ser muy variopinto, pero tiene que tener una garantía y coherencia. Si decepcionas al público dos veces quizá no vuelvan, si no estudias los horarios no acomodas a la gran masa. Los programadores tienen que ir a ver más teatro, programar las obras humildes (o no) que les parecen buenas y contribuir a darles difusión.

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