Lo de adaptar al escenario una película, fórmula relativamente reciente, al menos entre nosotros, supone ciertas dificultades. Pierdes las herramientas con que el cine cuenta, así que, en contrapartida, hay que dar el do de pecho en las bazas que el teatro posee: actuación en vivo, proximidad física. Esto resulta complicado con una historia como ésta, con un humor artificioso y unos personajes de características y circunstancias que no nos resultan demasiado próximas.
La versión teatral de la película de Woody Allen Si la cosa funciona (2009) se queda sin aquello que sí aparece en el original: escenarios, más personajes, más medios en general, y eso, aparentemente, no queda compensado, pese a algunos apuntes audiovisuales. El aparato escénico es vistoso, pero parece poco aprovechado. Chirrían los contados fragmentos que se ambientan fuera de la localización principal, el piso del protagonista. Resulta sintomático que la representación teatral sea más larga (100 minutos) que el metraje del filme (92), a pesar de que se han eliminado unas cuantas secuencias. Así que parece evidente que el ritmo de la puesta en escena pierde fuelle con respecto al punto de partida cinematográfico.
La obra se aguanta bastante bien, desde mi punto de vista, porque los chistes de Woody Allen siguen teniendo bastante gracia, aunque probablemente no sea ésta la más brillante de sus comedias, y porque José Luis Gil (aquí en un papel que no se parece en nada a sus caracterizaciones televisivas) es un actor como la copa de un pino, que sostiene esencialmente la función, con la eficaz colaboración del resto del reparto.
Si la cosa funciona
Trui teatre (Palma)
Autor: Woody Allen. Versión: Luis Colomina. Dirección: Alberto Castrillo-Ferrer. Intérpretes: José Luis Gil, Ana Ruiz, Rocío Calvo, Ricardo Joven y Beatriz Santana. Escenografía: Anna Tussell. Vestuario: Arancha Ezquerro. Iluminación: Alejandro Gallo.
