2016 será el año de Joan Llompart ´Torrelló´, el veterano y certero fotógrafo de prensa que estos días ultima la publicación de un libro dedicado a la Palma de las décadas de los 50 y 60. Una obra que llevará por título Palma, un altre temps y que reunirá un total de 120 imágenes, algunas de las cuales han sido incluidas en un atractivo calendario para los próximos doce meses.

Todas las imágenes del calendario, proyecto en el que también han participado el diseñador Juan García y el impresor Xisco ´Art Gràfic´, "tienen un punto cómico", asegura este maestro de fotógrafos de prensa, el primero que estuvo en plantilla en un periódico de la isla, DIARIO de MALLORCA, hasta su jubilación en 2003, tras casi cuarenta años de servicio. "No hay ningún drama. Tener un drama delante tuyo durante un mes no tendría ninguna gracia", aclara.

Las fotografías, todas publicadas en este diario, se tomaron entre 1955 y 1965, unos tiempos distintos a los que hoy pueda vivir un reportero gráfico. "Si el Gobernador civil no iba a comer o le colgaba una medalla a alguien, no había nada que hacer", relata. Así que el redactor jefe por aquel entonces, Gaspar Sabater ´Gaspi´, le soltaba: "Pots anar a fer carrer". Y él, con su Leika, "la única cámara que tenía y que aún conservo", se pateaba Palma de un extremo a otro, "siempre a punto para disparar".

Aquellas fotos, de las que se siente "orgulloso", son "irrepetibles", asegura su autor, al tratarse de imágenes que "solamente se podían captar en el momento y el sitio justo. Media hora después no se podrían haber hecho. Son fruto de la oportunidad y el tener la máquina preparada".

Contemplar el calendario de 2016, reservado al círculo de amistades de sus tres responsables, es un auténtico placer, desde el mes de enero, en el que aparecen dos inmigrantes caminando por la calle Sant Jaume, hasta diciembre, en el que dos mujeres, observadas por una tercera, se suben a unas piedras para marcar en un teléfono público de Magaluf. "Sort que els anys 60 eren temps de materials d´obra", puede leerse en un pie de foto del que podría haber prescindido. "Siempre he pensado que las buenas fotografías son las que no necesitan pies de foto, las que se explican por sí mismas", afirma.

Los personajes que protagonizan sus fotografías son anónimos, aunque en algunas, como la de febrero, aparecen rostros conocidos, caso del ingeniero Antonio Parietti (constructor de la carretera de Sa Calobra, fundador del Círculo de Bellas Artes y de sa Simfònica, y presidente del Fomento del Turismo), quien contempla cómo un rebaño de ovejas desembarca en el Moll de Peraires. "Si baixa el primer be, tots el segueixen", escribe el maestro de gran mostacho.

Un operario pintando una señal de tráfico frente a unos manifestantes (Mal dia per pintar, o per manifestar-se), el cruce entre dos viandantes en una calle de Llucmajor, uno con una paella y el otro con una ensaimada (Quina pena que no vagin en la mateixa direcció), unas rebajas especiales en una botiga del carrer Jardí Botànic en el que puede leerse un cartel que anuncia "1 kilo, 10 pesetas; 3 kilos, 30 pesetas" o un retrete en la playa de Ses Covetes (Tot i que sigui una platja nudista, no hi sobrarien unes cortinetes) son algunas de las fotografías del calendario y del futuro libro.

"Todas se hicieron con un único disparo, por lo tanto solo conservo un único negativo", precisa.

De aquella Palma poco, o casi nada, queda. "Era una ciudad muy fotogénica, a cada paso te encontrabas un tema. Nada que ver con la Palma de hoy en día, que no me gusta nada. La gente hoy va muy deprisa y no te da tiempo a observarla. Antes podías ir tras ella. Ahora es imposible, demasiadas personas", espeta.

"Supongo que Palma es la mejor ciudad del mundo para vivir, pero en la comodidad de tu casa, con la televisión y la calefacción encendida", añade con fina ironía. Y prosigue: "A las 20,05 horas, Palma echa el cierre. Nada que ver con Salamanca, Pamplona o Bilbao, ciudades que conozco gracias a las visitas que hacía con el Real Mallorca y que están vivas durante la noche".

Doce años después de su jubilación, ´Torrelló´ ha logrado olvidarse de la rutina en un diario, y eso que el día de la despedida confesaba: "Me cuesta mucho imaginarme sin una cámara colgada. Soy más alto de lo que aparento".

"La última fotografía que he hecho es de la fachada de mi casa y la hice hará un mes. Desde que me jubilé no he vuelto a hacer fotos. Le regalé mi equipo a mi hija y ella, a cambio, me dio una cámara pequeñita con la que, a veces, fotografío a mi perra", confiesa.

"Si yo hubiera sido fotógrafo artístico, de bodegones por ejemplo, seguiría con ello. Pero al ser reportero gráfico, ¿dónde voy a ir a buscar la noticia? Sa Torreta (la sección de este diario que firma el subdirector Joan Riera) es mi única válvula de escape. Yo no tengo mono de coger la máquina e ir por Palma en busca de fotografías", sentencia.

Del año que concluye se queda con una imagen, "con un suceso, el del obispo de Mallorca. En otros tiempos todos los del diario hubiérais ido a la cárcel, menos el obispo. El amor es tan complicado... Pero me ha cabreado. Los fieles que llenan cada domingo la Catedral habrán sufrido mucho con todo esto".

Al año 2016 no le pide "ni salud ni nada de eso", solo una cosa: "Que toda la gente tenga trabajo, sobre todo las personas entre 40 y 50 años. A esa edad uno empieza una nueva vida, más equilibrada, más asentada y todavía con sexo. Y solo con trabajo podrán querer más a sus hijos, cuidar de su familia y beber menos".

Unos deseos que quizá hagan posible los políticos. "A Pedro Sánchez y Albert Rivera les veo exageradamente fotogénicos. Me gusta más Pablo Iglesias, porque ha tenido los cojones de presentarse a unas elecciones con la pinta que tiene. Y de Rajoy, no voy a hablar. A ese lo veo en blanco y negro".