Hace diez años, la madrugada del 28 de octubre, fallecía en el Puerto de Santa María Rafael Alberti. "Si mi voz muriera en tierra, llevadla al nivel del mar y dejadla en la ribera" escribió, en uno de los tantos versos que dedicó a su gran amor, el océano. Un día después de su muerte, sus cenizas eran esparcidas por las aguas de la Bahía.

Para su viuda, María Asunción Mateo, también presidenta de la Fundación que lleva el nombre del poeta, Alberti "está mas vivo que nunca", y "su poesía, en plena vigencia". "Rafael está constantemente en la vida cotidiana. Coges un periódico aquí o en México, Argentina o Chile, y se habla de él", percibe. Desde la fundación "no paramos de hacer cosas", explica, como la inminente publicación de un libro con ensayos sobre su obra, editado en castellano e inglés. "Para el aniversario de su cumpleaños, en diciembre, tenemos muchas sorpresas", adelanta, entre ellas la primera edición crítica de la obra completa del ´poeta de la calle´. O la presentación de un inédito, recuperado en Argentina de los años veinte; "algo más que un poema".

Sin embargo, en el aire están también las críticas que ha recibido la fundación. La hija del primer matrimonio del autor, Aitana, acusa a María Asunción Mateo de gestionar mal el legado de su padre. "Alberti se aleja de sus lectores y no está en ninguna parte", sostiene. En su opinión, existe un excesivo celo en el cobro de los permisos de reproducción y de acceso a la obra de Alberti. La viuda lo niega. "No tiene sentido que digan eso", manifestó recientemente, remitiéndose al catálogo de su obra. "¿Por qué todas las escuelas estudian a Alberti? ¿Porqué hay miles de visitas en Internet?, inquirió a sus críticos.

De lo que no cabe duda es de que Alberti, en sus casi 97 años de vida, dejó una obra literaria rica y extensa. Y eso que el último gran representante de Generación del 27, autor de Marinero en Tierra, A la pintura o Sobre los ángeles, se dedicó a la pintura en sus inicios.