El escritor César Antonio Molina se siente satisfecho de la "gigantesca labor" realizada tanto en su etapa de director del Instituto Cervantes como de ministro de Cultura. Ha expandido "sin complejos la lengua y la cultura en español por el mundo y ha contado con "los mejores equipos que jamás ha habido". "Me he sentido una especie de Alejandro Magno de la cultura española en el mundo, sin sangre ni violencia sino extendiendo la idea de la cultura como la mejor manera de conseguir la paz", afirmó Molina en una entrevista, en la que hablaba de su nuevo libro de memorias, Lugares donde se calma el dolor.

Y aseguraba que suprimir el Ministerio de Cultura, como pide el Partido Popular, sería "un craso error" porque "es el que mejor representa la imagen de España". "No sólo no debería desaparecer sino que tendría que asumir todas las competencias de cultura que están repartidas por otros ministerios, en especial las de Exteriores, que fue una de mis batallas durante mi etapa de ministro", afirmó Molina, que siempre ha hecho compatible su tarea de escritor con la de gestor cultural de grandes instituciones.

Fue director del Instituto Cervantes de 2004 a 2007, y luego estuvo al frente del Ministerio de Cultura desde julio de 2007 hasta abril de 2009, etapas de las que él se siente "especialmente orgulloso" porque "servir a tu país es lo mejor que se puede hacer".

Habla con entusiasmo de su nuevo libro, pero Molina (A Coruña, 1952) no elude las preguntas relacionadas con su etapa de ministro, cargo que aceptó porque creyó que podía "ser útil" y "ayudar a la cultura a través de la política". "Y creo que ha sido útil porque en estos cinco años -entre el Cervantes y el Ministerio de Cultura- hemos hecho cosas gigantescas: abrir 25 centros del Cervantes por el mundo y dejar en marcha otros que se están inaugurando ahora; expandir sin complejos nuestra lengua y nuestra cultura, ir a Bruselas y plantar cara como un país importante, y liderar todo el mundo iberoamericano", subraya.

"Que no se tenga conciencia de eso es lo grave, pero yo estoy muy satisfecho por lo hecho, con un gran orgullo por haberlo realizado", dice este poeta, novelista, ensayista, profesor y periodista, que no niega que le hubiera gustado "estar un poco más como ministro", aunque "no pasa nada". Porque él tiene "una trayectoria impecable" que ha logrado "no sólo mantener sino incrementar" en ese tiempo, "cosa que muy pocos pueden decir". "Lo fácil es entrar en el Gobierno, pero salir como he salido yo, con la opinión pública totalmente a mi favor, pocas personas lo pueden decir", añadió Molina. Tras cesar como ministro, Molina dejó su escaño en el Parlamento porque le gusta "ser una persona útil" y en el Congreso de los Diputados no lo era.

No tiene dificultades para volver a su vida de antes y centrarse en la escritura, su gran pasión, porque, a diferencia de otros políticos, él tiene otra profesión. "El problema es de los políticos que sólo son políticos", añadió.

Su nuevo libro es el cuarto tomo de sus "memorias de ficción", como a él le gusta definirlas, y sigue la estela de Vivir sin ser visto, Regresar a donde no estuvimos y Esperando a los años que no vuelven.

En Lugares donde se calma el dolor, Molina invita al lector a realizar un apasionante recorrido por ciudades y paisajes donde el tiempo se detiene, y donde escritores, artistas y cineastas de diferentes épocas "han dejado una huella" que luego han trasladado a sus obras. Nápoles, Palermo, Roma, Trieste, Londres, Berlín, San Petersburgo, Nueva York, México, Praga y Siria son algunos de esos lugares que sólo se pueden recorrer "conociendo profundísimamente" la obra de los escritores, artistas y cineastas que él cita. Por eso, en estos tiempos "en los que no se lee", Molina cree que su obra "es un antídoto contra el turismo analfabeto".