Fabrizio Plessi, pionero del vídeo-arte, está pletórico en su creatividad y produciendo más que nunca. Los proyectos de los que habla con DIARIO de MALLORCA provocan el vértigo propio de los destinados a hacer historia. En julio fue el encargado de inaugurar los Mundiales de Natación celebrados en Roma. Italia prepara la apertura de un museo revolucionario dedicado a su obra. Inaugurará en Viena una exposición donde el protagonista será el llaüt mallorquín. Todo creado desde esta tierra, incluso las piezas más significativas que Louis Vuitton hará circular por los principales museos del planeta. Suya es la tienda más grande de la firma inaugurada en Hong Kong y suyo el bolso digital convertido en objeto de culto.

–¿Tanto éxito no le abruma, puede seguir trabajando?

–Tengo un sentido extremadamente positivo de la vida. Soy un navegante solitario en un mar tormentoso, el del arte. Nunca sabes cómo será el tiempo porque dependes de tantos factores que hay que saber muy bien hacia dónde quieres ir y a dónde llegar. Yo siempre lo he sabido.

–Qué suerte…

– Soy muy fiel. A mi arte, a mi concepto del arte. Soy fiel a mis mitos, a amigos, a mi mujer, a mi familia. Creo que la fidelidad es importantísima porque al final la recompensa es enorme, esta fidelidad me ha dado siempre la fuerza.

–¿Quiénes son sus mitos?

–Naturalmente Picasso, que es como la mamma [en italiano]. Son antagónicos. Amo a Caravaggio, Bacon, Velázquez, Giacometti. Mis mitos son parte de mi vida, casi son parte de mi metabolismo y se han convertido en compañeros de viaje. A veces veo algo y enseguida lo relaciono con alguno de ellos. Todo en mi cabeza esta impregnado de su legado.

–¿Cómo empezó esta fascinación?

–Siendo niño. Fui a Venecia a estudiar arte y me encontré esa ciudad inundada, eso lo marcó todo. A los veintitrés años era el profesor de arte mas joven de Italia. A finales de los ochenta me ofrecieron una cátedra ex profeso llamada La humanización de las tecnologías. Quiere decir algo tan importante como que si nosotros no dominamos las tecnologías ellas acabarán por dominarnos. Cuando tenía veinticinco años ya intuía que la tecnología lo sería todo en el futuro y empecé experimentando con la fotografía, el cine, la televisión. En el fondo mi único problema ha sido siempre adelantarme veinte años a lo que iba a suceder.

–¿Intuición?

–Nunca ha habido un momento Plessi porque siempre me adelanto. Soy un pionero en Europa de la vídeo-instalación, un término que inventé yo. En esa época encontrar dos televisiones iguales era imposible y además eran en blanco y negro. No existía el color . En Venecia descubrí el agua, que se convirtió en el elemento primordial de mi vida. Me encontré inmerso en una situación líquida que me convirtió en menos rígido, más tolerante, elástico, posibilista, como el elemento que se adapta perfectamente a cualquier continente. Mi pensamiento se convirtió en fluido.

–¿No hay posibilidad de desborde?

–Mi trabajo siempre ha consistido en crear emociones en los otros. Las que yo encuentro o siento cuando creo. La emoción es una sensación que tienes ante cualquier cosa que nos rodea. Yo vivo de ellas, no de artificios. Mi hija María Sole ayer me dejó un corazoncito pequeño que me desbordó. No necesito grandes puestas en escena para eso, sólo lo justo, lo que va directo, como una flecha.

–¿Dónde está la solidez de su obra?

–En nuestra cultura histórica, soy muy italiano. Y en todo lo que son nuevas tecnologías, un equilibrista. La tecnología es lo contrario de la historia, es un maridaje difícil. Soy un alquimista, un aborigen digital.

–¿Y por qué Mallorca para crear?

­–Porque tiene la tierra, vive profundamente en ella, en su cultura y en su fondo. Como ya pensaba en los años setenta, la tecnología nos permite estar en los dos sitios: en esta placidez del campo pero conectados a todo. En aquella época los críticos decían que el vídeo-arte no era arte. Hice entrar la primera televisión en la Bienal de Venecia y me decían que no era un material artístico. Hoy el cincuenta por ciento de la obra que se ve utiliza la televisión o el vídeo, dos cosas distintas. El vídeo es una cosa poética, la televisión es sólo un material más para crear. Mi trabajo consiste en elevar la temperatura de la televisión y convertirla en algo emocional. Si no, es sólo un electrodoméstico para la cocina.

–¿Esta casa tan bella es una pieza más de su obra?

–No es una casa propiamente, es un lugar. Aquí trabajo, pienso, creo. Vivo de una forma curiosa. Por la mañana me dedico al cuidado de mi cuerpo, es un momento físico. La tarde es para mi espíritu, desarrollo todos los grandes proyectos que tengo que hacer durante el año. La noche es para los amigos y para destruir lo que he construido durante el día. Esta casa es un lugar donde sentirse sereno, no sólo es una apariencia. Hace veinte años que vengo a Mallorca y todas mis grandes obras han sido creadas aquí. Vivo en un tormento creativo que me da gran placer. Muchas veces pienso que mi verdadera casa esta aquí.

–¿De dónde sale esta energía?

–De saber que soy un hombre afortunado. Tengo una mujer extraordinaria, Carla. Se ocupa de todo, me ayuda, deja que pueda desarrollar toda mi locura libremente. Convivir con mis fantasmas no es fácil. Generalmente las mujeres de los artistas son horribles, la mía me ha salvado la vida. Le debo gran parte de mi éxito. Mi hijo Rocco se desarrolla en la creatividad, quiere estudiar diseño y mi niña María Sole es como yo, pero bella como la madre.

–¿Qué está preparando?

–Estoy trabajando en unas esculturas enormes, barcas gigantescas, para Louis Vuitton que se mostrarán en las instituciones mas importantes durante cuatro años. Y unos llaüts que se exhibirán el próximo año en la mejor galería de Viena.