Un aniversario tintado en negro. La galería Pelaires, la más longeva de la isla, soplaba sus cuarenta velas "con sentimientos encontrados". No clausuró su inauguración y posterior cena, motivada por la exposición de dos pesos pesados del arte contemporáneo, Rebecca Horn y Jannis Kounellis, "porque no queremos ser un altavoz ni una caja de resonancia de esta banda terrorista" y, sobre todo, continuó el galerista Pep Pinya en su manifiesto, "porque creemos que el mejor homenaje que se les puede hacer a estas personas vilmente asesinadas es seguir con la inauguración de estos dos artistas que luchan para la libertad".

Temprano el manifiesto, y la sala a medio gas. Los políticos comunicaban horas antes su ausencia del acto festivo. Se les agradeció su apoyo a la exhibición. El rastro político lo dejó la presencia de los antaño hombres públicos, Ramon Aguiló, Maximilià Morales y Rogelio Aráujo.

Merodeaba Kounellis y asombrado asistía al ritual de la apertura. Amigo de lo teatral. Lo celebraba con los artistas Yannick Vu y Ben Jakober. El escultor recordaba la "larga amistad" que une a los protagonistas del cuarenta aniversario que alcanzó "intensidad" en algún que otro momento. Adriana Cerecero y un grupo de artistas que han recibido recientemente clases de Kounnellis en Santander, saludaban al maestro. Con él se volverán a encontrar en Gijón. Para trabajar el carbón.

Del mismo tono, Cristina Stampa y Andrés Planas, leales a Patricia Estrada de Pelaires y a algunos de los artistas de la galería que acudieron a la cita de tradición: Rafa Forteza, Menéndez Rojas, Guillem Nadal, Nacho Frisuelos.

Avanzaba la tarde larga y el patio era un aleteo de abanicos negros. Le daba con brío la periodista Carmen Rigalt, ojo atento de la llegada de los famosos que suelen acudir a la estivalia de los Pinya. No faltaron. Eso sí, los últimos. Antes que el periodismo couché se pusiera las botas, andaban por la galería Álvaro Middelmann, director general en España de Air Berlín, los galeristas Joan Guaita y María José Corominas, los estiletes del arte, Fernando Castro, Biel Amer y Pilar Ribal. Cristina Ros alcanzaba el umbral atestado ya de invitados.

Descendían las notas del saxo, enfundado en gabán negro, a juego con los abrigos a lo Kantor, le reparaba el químico y poeta Ángel Terrón que festejaba con ironía la plaza de catedrático de química inorgánica que "es como ser general sin mando". De las letras, Biel Mesquida, José Carlos Llop.

Los focos se pusieron al rojo a la llegada de la peletera Elena Benarroch, acompañada del decorador Pedro Obrador y el anterior político socialista José María Mohedano. A su lado, Cristina Macaya. Poco antes, Maraya Messeguer, con la nuera de Joan Buades, Marta Pérez, Martín Santandreu y su esposa Jacqueline.

Muy cerca, en la delegación de Gobierno el ir y venir de coches oficiales. Máxima tensión. Un aniversario de tinta negra.