No es la primera vez que los artistas Rebecca Horn y Jannis Kounellis exponen juntos. Sus andanzas artísticas se remontan a la Documenta de Kassel en 1972. En el lapso de los 37 años transcurridos, "viajes juntos, exposiciones compartidas, ideas, experiencias... El trabajo no ha acabado porque compartir con Kounellis es un viaje sin fin. Somos amigos", incidió la artista alemana.

El cuarenta aniversario de la galería Pelaires les ha vuelto a reunir. Ocupan, en diálogo, las distintas estancias del antiguo convento emplazado en Vía Verí. Lo de menos es el lugar en sí. Lo que importa es que "es un espacio público que favorece la dramaturgia", indica este griego nacido en El Pireo que se hizo romano a los 20 años.

Aigües tortes es el cobijo elegido por los galeristas Pep Pinya y su hijo Frederic como lema de esta muestra a dos, con dos de los artistas internacionales más importantes de la posguerra europea. Él nació un 23 de marzo de 1936 y ella un 24 del mismo mes, en 1944. Beuys fue su maestro.

"No se puede centrar todo en el 68, porque ya ocurrían confrontaciones años antes. El problema era ideológico, no político. Esa sensibilidad que hoy, por cierto, no existe pero que en cualquier caso hemos de ayudar a encontrar en la idea del espacio. Liberar la necesidad de lo privado frente al control", comenta Kounellis, integrante del movimiento povera, aquel que rompió con el arte tradicional y que trabajó con materiales pobres. En su caso y también en Pelaires, con vigas de tren, sillas viejas y abrigos negros. Casi como el inicio de un montaje teatral de Tadeus Kantor.

"¿El povera hoy? Passolini ya lo dijo en los años 50. El problema es lingüístico, crea tensión dramática. La lengua es un valor iniciático. Por mi naturaleza, yo no puedo ser virtual, aunque le reconozco cosas buenas. Yo no soy un especialista de nada. Un espacio puede ser la maravilla de una ventana, el milagro de una puerta. Es la idea humanista del edificio. El de Pelaires es bellísimo, pero eso importa poco. Lo que importa es el modelo. Yo soy un artista no práctico", responde Kounellis a un encadenado de interrogantes sobre el espacio, la trascendencia, lo teatral.

Frente a su habitual contundencia, la aparente fragilidad de las instalaciones de Horn en las que ella incluye mecanismos de autómatas para dar movimiento ralentizado a piezas como Vitrina de la mariposa o la que ha querido dedicar a su amigo Kounellis, El bigote de eucalipto del califa enamorado de Diana de Poitiers, amante del rey Enrique II de Francia.

"La obra de Rebecca vuela, es ligera y se mueve en el espacio. La de Kounellis es pesada, vive del peso de lo material. Es sorprendente que artistas tan diferentes, que no tienen nada que ver, se encuentren en el espacio, en la duración del tiempo", expresó Doris Von Drathen, comisaria de la exposición.

Kounellis matizó: "Una vez escuché, acerca de la obra en una iglesia, que se mencionaba la diversidad espiritual. Lo espiritual se puede tocar también. La virgen de Tiziano fue encarnada por una modelo que era una prostituta".

"Tenemos similitud de conceptos, pero cada uno mantiene su espiritualidad. Yo deseo estar en ese espacio, ver a través de él como un fantasma", terció Rebecca Horn.

Los lienzos en las poderosas manos de Kounellis son planchas de hierro. La luna y el sol danzan en el juego de espejos inventado por Horn. En ambos, la dramaturgia es clave. Ella invoca al silencio, él lo enfatiza.

"Claro que el arte es un acto de amor, es evidente. Fui profesor en Alemania, fue un esfuerzo porque no es un trabajo, es pura dialéctica. El viaje al arte sucede porque uno se acerca", recordó Jannis Kounellis. Hoy se acercarán a celebrar cuatro décadas de Pelaires que rubrican con un diálogo de grandes.

´Aigües tortes´, Horn/Kounellis

40 aniversario de la galería Pelaires.

Inauguración: Hoy a las 20.00 horas.

CCC Pelaires.