La tragedia llegó repentinamente a la vida de Andreas Graf, un hombre de 36 años, cuando perdió a su mujer de forma inesperada por una enfermedad cardíaca justo cuando su hijo Julius fue diagnosticado de leucemia.

El pequeño tenía entonces tres años cuando comenzó a recibir el tratamiento que lo mantuvo en una cama de hospital durante nueve semanas. Justo cuando estaba a punto de regresar a su casa, en la ciudad de Fronhausen, en el estado de Hesse, Alemania, su madre muere por una enfermedad cardíaca.

El padre, que temía perder su puesto como trabajador de ensamblaje en una empresa de diseño, tras haber agotado todas sus vacaciones anuales correspondientes para estar con su hijo, se vio sorprendido por un gesto de solidaridad absoluta por parte de sus compañeros.

En dos semanas, cerca de 650 empleados de la fábrica, entre ellos muchos que ni siquiera conocían a Graf personalmente, reunieron 3.300 horas extra de su trabajo para donárselas a este padre con el fin de que pudiera seguir cuidando de su hijo hasta que éste se recuperase del todo.

La iniciativa fue propulsada por la jefa de recursos humanos de la empresa, Pia Meier, quien afirmó a algunos medios que prácticamente ningún trabajador quedó sin firmar el acuerdo.

"Sin esta tremenda ayuda, ya me habría quedado sin trabajo", declaró el padre al diario Metro, sintiéndose profundamente agradecido con sus colegas y con la empresa. "Al principio me quedé sin palabras, no podía decir nada. Lloré frente a mis amigos y me sentí completamente abrumado", recordó para RTL.

El pasado mes de febrero Julius cumplió los cinco años de edad y se ha podido saber que, tras varias sesiones de quimioterapia, ha recuperado su vida normal y se siente lo suficientemente fuerte como para volver a la escuela.