El martirio de la cultura

El telediario del mediodía de ayer martes en La Sexta cierra con la presentadora anunciando: “Y acabamos con los Stooges”. Da paso a unos segundos de un vídeo de la banda en directo… y santaspascuas. No se molestan ni en explicar a santo de qué la “noticia” (que consiste en que la semana pasada se estrenó en España un documental sobre el histórico grupo dirigido, además, por una figura de la relevancia de Jim Jarmusch). Es el martirio de la cultura: como no importa, no hace falta cubrir ni un mínimo de profesionalidad a la hora de informar sobre ella.

Si la cultura no interesa a los medios, cómo va a importar a quién se dan los premios culturales. La cantante Martirio ha sido galardonada con el premio Nacional de la Músicas Actuales, y aunque es una artista mayúscula, no lo merece. No si lo que se pretende es premiar una dimensión y una representatividad únicas. La artista tiene una altura oceánica, y así lo gozamos perramente los que asistimos a su concierto de 2009 en el castillo de Bellver, pero no es una figura fundamental en la historia de la música española, ni pretérita ni reciente. No tiene una dimensión única de calado profundo, ni representa una escuela detectable y valorable, como tampoco lo tienen otros galardonados como Amaral o Luz Casal, pero sí Serrat o Kiko Veneno.

La realidad cultural de este país no se encuentra en las secciones de Cultura de los medios, y ahí reside una crisis del periodismo. Las instituciones andan en similares parámetros, premiando con un ojo tuerto y un oído embozado. Su manera de contar las cosas y tratar la cultura llega a ser tan molesta como un dedo mal metido en el culo.